La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, se ha cansado de Unidas Podemos. Las encuestas electorales de la Ciudad Condal no son nada amables con la regidora y ésta ya está urdiendo junto a su equipo una estrategia para afrontarlas liberándose de su mayor lastre, al menos a su juicio, que no es otro que el partido con el que iba de la mano. Ahora, Colau considera que si ella está en horas bajas es porque su electorado la asocia al vicepresidente del Gobierno y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias. Lo que han asumido en su núcleo duro es que es posible que pierda las elecciones, pero «su» clave para evitarlo será diferenciarse mucho de Podemos. Algo que no hace gracia a la formación morada, pues implica que Colau se ha convertido en una nueva Manuela Carmena.
Colau nunca se ha considerado especialmente de la formación de Iglesias. Siempre ha andado a caballo entre las tesis de Unidas Podemos y un independentismo relajado, taimado, que contentara a la izquierda barcelonesa. Pero ahora la estrategia que seguirán será bien distinta, e incluso fuentes cercanas a Podemos deslizan que podría abrazar un discurso algo más nacionalista, que no independentista del todo, que resalte su catalanismo y su identidad propia. Pero el objetivo será alejarse de Iglesias y diferenciarse de la formación morada, que ahora está muy erosionada tras sufrir una pandemia desde el Gobierno central.
La tensión se ha dejado notar desde hace años. No es que la relación entre Colau e Iglesias haya sido un camino de rosas. Pero sí que al menos el líder de Podemos se mantuvo identificado día sí, día también, con Colau, al igual que hizo con la exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena. Pero Más Madrid tomó una decisión, que fue montárselo por su cuenta, y ahora la alcaldesa de Barcelona parece que quiere hacer lo mismo, en contra del criterio de Iglesias.
El problema en la Ciudad Condal reside en la oferta de la izquierda. Ada Colau tiene que ser original entre dos espacios, el PSC y ERC. ¿Qué es Colau en ese abanico? Ahí reside el problema, si quiere ser una izquierda moderada, competirá con Miquel Iceta. Y si quiere ser una izquierda enraizada, tendrá que competir con ERC. La clave es el independentismo, donde los de Gabriel Rufián han lanzado un órdago y donde Colau espera mantener un espacio diferenciador, así como su gestión.
Sin embargo, lo que ha quedado claro es que Unidas Podemos pierde su influencia en los municipios catalanes, especialmente en la capital de la comunidad autónoma. Colau era su fuerte. «Hemos ganado las dos ciudades más grandes de España», decía Iglesias hace unos cuantos años, cuando Carmena y Colau se proclamaron alcaldesas de sus respectivas ciudades. Pero ahora, ni Carmena es del ala de Iglesias ni Colau pretende serlo.
Las quejas del entorno de Colau se centran en afirmar que Podemos en Cataluña y ERC se han convertido en dos versiones del mismo partido: una algo más independentista y otra menos, pero la buena relación que se ha cosechado desde que la formación morada está en el poder ha hecho perder identidad al partido en Cataluña. Y como siempre, el ser o no independentista ha sido una cuestión clave.
Aún así, la última encuesta realizada en Barcelona y publicada por La Vanguardia dejó claro que Ernest Maragall conseguiría 11 concejales y, por tanto, la victoria, pero tendría que llegar a acuerdos para conseguir el bastón de mando que ahora ostenta Colau. Junts per Catalunya conseguiría cuatro concejales y la CUP dos, por lo que no llegarían a la mayoría absoluta de 21 que necesitan. ¿Qué hará Colau? Es la gran incógnita.