La ficción española ha vuelto a seducir a Netflix y conquistar a los espectadores. Después de Élite o La Casa de Papel, en cuanto a ficciones o El Caso Alcasser en versión documental, el nuevo éxito juega con los mitos clásicos. Los Favoritos de Midas, protagonizada por Luis Tosar, se ha convertido en el último bombazo de Netflix. ¿Cuál es el motivo de su éxito? Parte de una premisa cuanto menos atractiva: ¿Pagarías «tu» dinero para salvar a alguien que no conoces? Con este dilema de partida, al que un grupo autodenominado ‘Los Favoritos de Midas’ somete a un empresario triunfador, Víctor Genovés-Luis Tosar, Mateo Gil confecciona una miniserie en formato thriller de suspense con varias líneas argumentales simultáneas y un cierto aire distópico. El final, que parece abierto, deja muchos interrogantes que se pueden explicar atendiendo a la historia real del Rey Midas y al relato sobre el que se basa.
3EL REY EXISTIÓ DE VERDAD
Como todos los mitos clásicos, y las fábulas e historias bíblicas, existe una cierta pátina de historicismo en el relato del mito. El Rey Midas -el real, no el de la serie de Netflix- fue un reinante de carne y hueso que gobernó sobre la región de Frigia, en Asia Menor.
Los historiadores ubican su reino en la península de Anatolia (hoy Turquía) entre el siglo VIII y VII antes de Cristo. Su gobierno coincidió con el de mayor esplendor del reino, con un fuerte intercambio comercial con la Grecia Clásica. Según los relatos de la historia, el rey se suicidó tras la invasión de los gómeres y la destrucción de su gran capital. Su tumba aún no se ha descubierto, alimentando así la fábula de las riquezas que acumuló, por su don divino según los clásicos griegos, o las conquistas, según los historiadores.