Que la presidenta de Baleares está comprometida con el sector hostelero, no hay dudas. Francina Armengol no es conocida especialmente por el partido al que pertenece (PSOE) ni por haber realizado una gestión notable al frente del Govern que dirige. Sin embargo, sí que lo es por haberse saltado el toque de queda de su propio Gobierno para tomarse unas copas a la una de la madrugada. Se saltó las medidas que ella misma ha dictado, pero es que ahora ha salido a la luz que Armengol ha cargado a las arcas públicas 117 comidas de trabajo, tal y como se refleja en el portal de transparencia y ha desvelado el Diario de Mallorca. Y su partido, de momento, cierra filas.
La comunidad autónoma tiene un nivel de tensión importante. El Partido Popular ha exigido la dimisión de Armengol, una presidenta a la que parece costarle asumir las consecuencias de haberse saltado sus propias normas. La socialista se ha disculpado, pero sigue justiicando su actitud de esa madrugada argumentando que se trataba nada menos que de una «cena de trabajo», por lo que cabe la posibilidad de que la haya sumado a esas 117 comidas que pagan entre todos los ciudadanos de Baleares.
«Durante esta legislatura y la pasada muchas veces aprovechamos estas reuniones de trabajo para ir a comer o a cenar, pero cada uno lo paga de su bolsillo, así lo hemos establecido para mantenerlo dentro de lo razonable», ha asegurado Armengol. De su bolsillo desde luego todas no, al menos 117, que equivalen prácticamente a medio año comiendo o cenando fuera a costa del contribuyente.
El líder del Partido Popular en la región, Biel Company, está exprimiendo esta salida nocturna que ha indignado a muchos españoles. El PP no entiende cómo puede ser que la dirigente quiera quitarle importancia al asunto cuando le están pidiendo a la población unos sacrificios tan elevados. Respecto a este asunto, a raíz de un debate sobre los Presupuestos, Biel le dijo a la presidenta que “ha quedado totalmente desautorizada para pedir sacrificios a la población” en referencia a la pandemia porque ni ella misma los ha respetado, acusándola de “mentir para tapar su salida de copas”.
Este «descrédito monumental», tal y como lo define Biel, ha recordado a muchos en el partido a la situación de Noelia Posse, la alcaldesa de Móstoles. En una simple conversación salen a la luz las semejanzas, no en el fondo, sino en la forma por tener una baronesa que se niega a asumir consecuencias por haber cometido un acto reprochable en el peor momento. Posse se aferró al cargo a pesar del nepotismo demostrado y ahí sigue. Y Armengol no tiene ninguna intención de que el irse de copas a la una de la mañana le cueste más que una mera disculpa ante los medios.
Las 117 comidas cargadas a las arcas públicas no son algo nuevo en los políticos. A cualquiera que se le investigue un poco en el portal de transparencia podrá ver cómo sostener la hostelería es parte importante de todos los ejecutivos, sea el nacional o los autonómicos. El problema es que a Armengol se le ha juntado el hambre con las ganas de comer, y nunca mejor dicho.