Había muchos empresarios conjurando para traer un sustituto que devolviera la ilusión al Partido Popular. El elegido era Alberto Núñez Feijoo, presidente de Galicia, pues ya quiso presidir el PP en un momento clave, pero renunció por el barullo que protagonizaban los entonces candidatos a presidentes. Ahora, sin embargo, esa ilusión la ha traído Pablo Casado sin que nadie se lo esperara. Tan solo unos minutos en el atril le han valido para devolver la ilusión a los suyos y para consolidarse en un cargo en el que muchos no le querían. Ahora, incluidos los empresarios, ven abierta la posibilidad de un Gobierno de centro-derecha liderado por Casado. Y las conjuras han frenado. Malas noticias para el presidente gallego.
Hay un problema, y no es otro que en el caso de que Casado tuviera la capacidad de gobernar, sería irremediablemente de la mano de Vox, el partido al que ha vapuleado con tal fuerza que nadie se atreve a apostar qué ocurrirá en los próximos años. Pero en cualquier caso, de puertas para dentro, el presidente del PP ha consolidado su liderazgo, su posición y se ha desprendido de ese manto de inseguridad que tanto le ha caracterizado durante los primeros años de legislatura. El PP ha vuelto y se espera que sea capaz de arrancar unos cuantos votos a Vox para convertirse otra vez en una fuera importante en el Congreso.
Los que no querían a Casado ahora le darán otra oportunidad. Que había empresarios conspirando para traer a Feijoo es una realidad que en Génova se sabía. Muchos estaban intentando devolver al PP la identidad que había perdido a golpe de candidato. Incluidos empresarios del IBEX, tal y como cuentan fuentes cercanas a estos empresarios. Y el que más les entusiasmaba era Feijoo, que ha visto como ayer se le cerraban de golpe las puertas tras un brillante discurso de Casado del que han hablado todos, incluso la izquierda, para alabarlo por haber decidido separarse de la extrema derecha.
El presidente de Vox, Santiago Abascal, ha asegurado que está «tocado» y que no «se esperaba ese ataque tan personal». Nunca imaginó que el PP recuperaría su identidad golpeando a ese partido que nació del seno de Génova.
Tras esto, a Casado le vienen curvas, porque Vox no perdona y sabe que es fundamental para que el PP pueda gobernar. Al menos de momento. Y también saben que en las comunidades autónomas y en los ayuntamientos tienen la llave para cerrarle el grifo al PP. Por lo que habrá que esperar a las represalias de Abascal mientras Casado tiene la esperanza de dar un vuelco en las encuestas y comerse una buena parte del pastel de Vox.
Pero la buena noticia sí que invade a Casado, aunque al PP no le esperen momentos fáciles. La asignatura pendiente del presidente popular no era otra que la de consolidar un liderazgo que nunca tuvo. Las voces críticas contra él crecían por segundos y tenía la imperiosa necesidad de dar un golpe encima de la mesa para poder emprender su proyecto con los suyos cerrando filas. No era otra cosa que tomar la iniciativa y marcar su carácter y posición política. Y lo ha hecho con sobresaliente.
Una vez consolidado, Casado pasará a buscar soluciones y a cuadrar los números para poder gobernar. Desde el PP confían en que en un hipotético escenario en el que Vox, Ciudadanos y los de Casado sumen para gobernar, Vox no dejará que ese gobierno caiga ni perderá la oportunidad de influir en él. Lo impostante está hecho, y era frenar la sangría que conspiraba contra el presidente del PP. Ahora en adelante, tendrá el apoyo de los suyos.