Con la llegada del otoño, llega la temporada de setas silvestres, un momento muy esperado durante todo el año por los amantes de la naturaleza y la micología. La recolección de setas es una actividad que cada vez mueve a más personas que buscan pasar una jornada en contacto con el mundo rural, generando incluso un tipo de turismo específico.
Las setas y los hongos son recursos naturales que hay que proteger de la sobreexplotación por eso hay que seguir una serie de normas. En muchos lugares ya se requieren permisos, como una autorización para recolectar durante un tiempo limitado o un carnet de buscador y recolector de setas. También se suele limitar el peso por persona y por tipo de seta. Además, necesitamos un equipamiento específico como una cesta de mimbre donde ir depositando las setas. Tiene que ser de mimbre porque es un material que permite que las esporas se continúen dispersando por el bosque o pradera y de esta manera se contribuye a la repoblación del suelo. También hay que llevar un pequeño cuchillo o navaja para cortar su tallo adecuadamente. Nunca se debe arrancar de raíz.
2HIMENIO Y TIPO DE ROTURA
Los expertos saben como examinar la morfología de la seta para identificar si es o no venenosa, y se fijan en tres de sus partes: el himenio, el sombrero y el pie.
El himenio es la parte interior del sombrero, llamada también carpóforo. Es donde se producen las esporas que le dan fertilidad a la seta y pueden ser de diferentes tipos: de tubos separarles, pliegues, aguijones o láminas. La mayoría de las setas tóxicas tienen un himenio a tubos o a láminas. Las variedades con pliegues o aguijones no tienen especies venenosas. La forma en la que se rompe la carne también puede ser una pista muy útil. Por ejemplo puede ser una rotura fibrosa, o en grano, como quien parte una tiza, dependiendo del tipo de células que componen la seta. En la mayoría de las setas tóxicas, al partir su carne, esta adquiere un aspecto de fibra, pero, ojo, esto no es fiable al 100%, ya que también existen algunas variedades venenosas, aunque pocas, que se rompen como tiza.