Los peritos psicólogos que han declarado este miércoles en el juicio contra un entrenador de taekwondo acusado de abusar sexualmente de una de sus alumnas en Vigo, han avalado la versión de la víctima, otorgando credibilidad a su relato de los hechos y han descartado que la niña los hubiera «malinterpretado».
En el juicio que se sigue contra este hombre, en la sección quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra (sede en Vigo), el psicólogo del Imelga que examinó a la niña, de 15 años de edad, ha explicado que el relato de la menor tenía «coherencia» y «verosimilitud», y que «su vivencia era la de haber sufrido un abuso sexual», con signos de un trastorno de estrés postraumático.
Este psicólogo ha descartado que la víctima hubiera «malinterpretado» lo que el acusado definió como «trabajos corporales» para mejorar la expresividad de la niña en su desempeño en el taekwondo acrobático. Asimismo, ha señalado que la menor no manifestó rencor hacia el acusado, «al contrario, tenía confianza en él».
En la misma línea, la psicóloga con la que la niña hizo terapia también ha declarado que la versión que la menor dio de los hechos no era producto de la «fabulación», y ha destacado que la víctima manifestó «primero sorpresa, luego rabia y dolor», porque su entrenador «era Dios en su comunidad, se hacía lo que él decía y nadie lo cuestionaba, ni los niños ni las familias». «Era alguien a quien ella quería y respetaba, y el taekwondo era su vida», ha apuntado.
Esta perito ha señalado que, en las sucesivas sesiones con la niña, ella le relató los hechos y los abusos, «y comentó que había sentido asco». A raíz de lo sucedido, ha explicado, la menor tuvo problemas de concentración, pesadillas y vio su vida social afectada, porque «se vio sin nadie que la apoyara, ni sus compañeros del club ni las familias».
Finalmente, ha precisado que entra dentro de lo habitual en este tipo de agresiones que la víctima intente hacer «vida normal» y no exprese emociones tras lo ocurrido. «Es un mecanismo de negación cuando el abuso viene de alguien cercano», ha indicado, y ha apuntado que los hechos han tenido «efecto en toda la familia» de la víctima.
ABUSO ACREDITADO
En la presentación de los informes finales, tanto la Fiscalía como la acusación particular han defendido que el abuso sexual ha quedado acreditado, y que el testimonio de la víctima, junto con otras evidencias y pericias, son pruebas suficientes para condenar al procesado.
Así, la Fiscal ha señalado que el relato de la niña sobre los tocamientos (en los pechos y en la vagina) de su entrenador es veraz, y que él mismo reconoció esos «trabajos corporales» y el interrogatorio a la niña sobre su vida sexual, aunque quiso justificar que lo hacía para mejorar su expresividad y ayudarla en su desarrollo deportivo.
«A una niña de 15 años no hay derecho a tocarle los pezones, así quieras que salte más alto o que tenga una expresividad bárbara», ha proclamado la representante del ministerio público.
Del mismo modo, la acusación particular también ha mantenido sus conclusiones, y ha subrayado que la víctima no actuó por animadversión hacia el acusado, al que «siempre defendía». Además, la niña «siempre ha declarado lo mismo» sobre los hechos y, según ha subrayado la letrada, «no hace falta saber de deporte para darse cuenta de que el acusado quería ocultar unos tocamientos no consentidos bajo la apariencia de un trabajo de expresión corporal».
VÍCTIMA «INDUCIDA»
Por su parte, la defensa del acusado ha argumentado que la víctima «miente» y que su denuncia fue «inducida» por dos compañeros del club, ambos con mala relación con el entrenador, y que quisieron utilizarla para ejecutar una «venganza».
Así, este abogado ha incidido en que «no pasó nada de lo que la víctima dice que pasó» en unas clases particulares en casa del entrenador y que, si hubiera sido así, la menor no habría continuado esas clases tras un primer abuso. «Los trabajos que hizo el acusado no son más que ejercicios para mejorar la expresividad, y las preguntas sexuales, eran porque la madurez personal repercute en un deportista», ha precisado.
La defensa ha señalado también que el ambiente del club, entre los deportistas y también entre las familias, era de competitividad y que eso «generó envidias». En ese contexto, ha subrayado, había dos jóvenes que estaban enfrentados al entrenador y vieron en estos supuestos hechos una oportunidad para ejecutar su venganza. «Es todo un conflicto de competitividad y rivalidades (…), hay personas que incitan, promueven, y meten en un lío al acusado», ha recalcado.
Este letrado ha pedido la libre absolución para su patrocinado y, en caso de que sea condenado, que se le apliquen las atenuantes de reparación del daño (el procesado ya consignó 10.000 euros para eventual responsabilidad civil) y dilaciones indebidas.
Por contra, las acusaciones han mantenido su petición de condena. La Fiscalía reclama para este hombre una pena de 5 años de cárcel, así como la prohibición de acercarse a la víctima durante 8 años, e inhabilitación para ejercer profesión relacionada con menores durante el mismo período, al tiempo que solicita que la indemnice en 6.000 euros por los daños morales.