El tema del verano, como no podía ser de otra manera debido a la crisis del coronavirus que no ha dado tregua, ha sido el turismo. Tras el desconfinamiento y la «nueva normalidad» había esperanzas de una recuperación del sector y al menos minimizar daños. Pero la alegría duró poco con los sucesivos y crecientes brotes. Diversos países, además, señalaron a España como destino poco recomendable por el riesgo de contagio. Era la puntilla final a una temporada que está ya perdida y que se ha sostenido con alfileres por el turismo nacional.
Ciudadanos ha sido el grupo que más hizo hincapié en este sector, defendiendo la necesidad de apoyo y reactivación al suponer el 12% del PIB español. Servía además como barrera para numerosas voces críticas entre todos los partidos nacionalistas o entre miembros de Unidas Podemos y del Gobierno, como el Ministro de Consumo, Alberto Garzón. Voces que claman por un cambio del modelo productivo. Críticas por incentivar un sector que se considera de bajo valor añadido, como indicó Garzón.
Ciudadanos como garante del sector turístico
Ciudadanos aprovechó esta doble circunstancia como doble lucha. Se situó en favor de un sector vital en la economía española y contra los postulados de los partidos nacionalistas y del populismo. Así lo señalaban en la cuenta de Twitter del partido, junto con un vídeo explicativo.
Incluso miembros de Ciudadanos, como el diputado por Málaga, Guillermo Díaz, señalaba a su partido como el garante de esa lucha. «Si no fuera por Cs no habría ni siquiera un Plan para ayudar al sector», escribía en la misma red social.
El partido naranja no ocultaba, por tanto, la doble intención. Por un lado apoyar al turismo y por otro poner en la picota las opiniones poco favorables de los partidos nacionalistas, populismo y algunos ministros.
Acuerdo con el PSOE y contra el nacionalismo
En junio de este año, aún en estado de alarma pero con el horizonte en el desconfinamiento y la llegada del verano, el Gobierno y Ciudadanos firmaron un pacto de reactivación del sector. El plan incluía ayudas por valor de 2.500 millones de euros a través de líneas de avales ICO para garantizar liquidez. También incluía 151 millones para la transformación y digitalización del sector.
Sin embargo, no fueron fondos nuevos dirigidos al turismo. Se trataba de un subtramo preferente desgajado de los 100.000 millones de las líneas de avales del ICO para garantizar la financiación y la liquidez de las compañías en plena crisis.