¿Te has preguntado alguna vez qué sucede si dejas de tener sexo? Cuando estamos en una relación, la intimidad en el dormitorio es algo que, normalmente, surge por sí misma. Sin embargo, cuando esa relación termina o no tenemos el tiempo o las ganas de ligar a través de otros medios, lo más normal es que dejemos también de practicar dichas actividades.
El estrés, los niños pequeños, la incomodidad o la rutina son, además, causas externas que nos pueden hacer disminuir la frecuencia en nuestras relaciones sexuales. Nuestro cuerpo, en contra de lo que se pueda pensar, lo nota. Y mucho. ¿No te has sentido de mal humor después de haber pasado un largo tiempo sin intimar con nadie? Quizá hayas sentido más cansancio o hayas tenido menos ganas de hacer otras muchas cosas. Es algo normal.
Y es que, sí, la falta de intimidad tiene consecuencias. Descubre qué es lo que le pasa a tu cuerpo si te abstienes de tener sexo.
El cuerpo humano, preparado para tener sexo
Después de períodos de gran inactividad sexual, nuestro cuerpo no responde como debería. La razón principal es que nuestro organismo está planificado para obtener los máximos beneficios del sexo y gozar de la intimidad en el dormitorio. Tanto los abrazos como las caricias o el orgasmo despiertan en nuestro cerebro las tres hormonas principales del placer: la oxitocina, dopamina y serotonina.
Estas son las sustancias que cargan con el peso de aportar a nuestro organismo calma, amor, bienestar y autoestima. Cuando aparecen, nos hacen sentirnos bien con nosotros mismos y con lo que nos rodea. Además, mantener una buena salud a nivel psicológico, que es lo que logran, nos hace tomar mejores decisiones en nuestro día a día, con lo que vivimos con una mejor calidad de vida.
Es por eso, principalmente, que el mantener una relación sexual de forma saludable nos hace sentirnos tan bien, tanto a nivel psicológico como físico. Cuando el sexo es satisfactorio para ambas partes, es un beneficio muy importante para nuestra salud general. Por tanto, debemos promover una sexualidad sana y placentera estemos en la etapa de vida en la que estemos, ya que siempre es una buena opción a cualquier edad.
Cuanto menos sexo tengamos, menor será el deseo
El deseo es algo que debemos cultivar día tras día. Echarle la culpa al estrés o la rutina no nos servirá de nada. Quizá seamos nosotros mismos quienes nos estamos poniendo demasiadas barreras de por medio. La ausencia de sexo, en estos casos, no es nada buena para nuestro cuerpo, ya que puede afectar a nuestra salud.
Al ser el organismo algo planificado para mantener relaciones sexuales, cuando le cortamos de raíz esa actividad tan satisfactoria las consecuencias no tardan en aparecer. Una de las primeras que notaremos es que comenzaremos a sentir cierta apatía por la sexualidad.
Dicho en otras palabras, cuanto menos sexo practiquemos, menos lo querremos hacer. De esta forma, seremos nosotros mismos quienes estemos matando, poco a poco, nuestro propio deseo.
Al dejar el sexo bajan las defensas
Si has tenido largos períodos de inactividad sexual, te habrás dado cuenta de que han aparecido en tu cuerpo algunas transformaciones. Estas son una consecuencia directa de esa falta de secreción de felicidad que proporciona el contacto humano. Por tanto, subirá el estrés a niveles mucho más altos que si tuviéramos una buena frecuencia de relaciones sexuales.
Esa tensión acumulada se traduce en un aumento importante del cortisol y la presión sanguínea. El cortisol es la hormona liberada debido a la angustia y el agobio. Además, también es la responsable de que aumente el nivel de azúcar en nuestra sangre, suprimiendo también, entre otros, el sistema inmunológico.
Por tanto, estaremos quedando más expuesto ante el riesgo de contraer infecciones. Tras la realización de un estudio en el que se analizaron los niveles de inmunoglobina, quedó patente que la falta de sexo contribuye a disminuirlos. Estos son anticuerpos que se encuentran en el plasma de la sangre encargados de defendernos de bacterias, virus y hongos. Gozar de las bondades de las relaciones sexuales unas dos o tres veces cada semana, hace que se eleven hasta un 30% los niveles de inmunoglobina, aumentando de esta forma la protección de nuestro organismo.
Aumento de la felicidad y la inteligencia
Cuando gozamos de una actividad sexual frecuente, nos sentimos más felices, más inteligentes y más protegidos. De acuerdo al estudio realizado por unos científicos de la Universidad de Maryland, en el que se observó la actividad sexual de los ratones, esta mejora la producción de neuronas nuevas en el hipocampo.
Es decir, en otras palabras, cuanto más sexo practicaron los animales durante el experimento, la función cognitiva mejoró de gran manera. Sin embargo, cuando tuvieron un período prolongado de abstinencia, estas mejoras en la función cognitiva se perdieron aunque hubieran aparecido neuronas nuevas.
En la Universidad de Konku, en Corea del Sur, se concluyó además que el sexo puede favorecer la función de la memoria de reconocimiento, contrarrestando los efectos negativos que aparecen en el estrés crónico.
La abstinencia debilita los genitales
Cuando la ausencia de sexo es prolongada, nuestros genitales también pueden pagar las consecuencias negativas. En este caso, es algo que se aplica tanto para los hombres como para las mujeres. Los hombres se exponen de gran manera a problemas de disfunción eréctil, algo bastante extendido entre la población. Si practicamos el coito de forma regular, nos estaremos protegiendo, por tanto, de la disfunción. Sobre todo en hombres de 55 a 75 años. Según los resultados de un estudio realizado por expertos en el Hospital Universitario Tampere, en Finlandia, esto provoca que aumente nuestra salud general y, por tanto, la calidad de vida.
Las mujeres, por su parte, también pueden sufrir las malas consecuencias de la abstinencia sexual. Por ejemplo, se corre el grave riesgo de que la vagina pierda su elasticidad habitual por atrofia. Esto puede provocar una menor sensibilidad en la zona y que aparezcan dolores cuando se vuelvan a mantener relaciones sexuales.
Es importante, por tanto, mantener una buena salud sexual. Además de llevar a cabo y seguir unos hábitos de vida saludables, intentando reducir los niveles de estrés y fatiga, podemos contribuir con nuestro organismo pasando más tiempo de calidad con nuestra pareja.