Pedro Sánchez no quiere siquiera sopesar la alternativa republicana. El presidente del Gobierno sabe que abrir ahora el modelo del Estado podría ser contraproducente para el PSOE, que pesca muchos votos en unos caladeros centristas siempre alérgicos a cambios que no sean ligeras reformas en formas y fondo.
Iván Redondo aun así es consciente de que la corrupción monárquica podría desgastar a Sánchez, que escogió como recadera a una Carmen Calvo que ordenó a Juan Carlos I el camino del exilio a través de Jaime Alfonsín, puntal de Felipe VI.
En las filas socialistas existe un alma republicana al igual que laica y antitaurina. Pero socios como Unidas Podemos le reprochan a Sánchez que el PSOE sea siempre el garante de la continuidad de la monarquía, los privilegios de la Iglesia católica y los espectáculos que implican la muerte de toros.
SÁNCHEZ AL FRENTE DE UN PARTIDO DE ESTADO
El PSOE es y será un partido de Estado, por mucho que sus socios sean fuerzas rupturistas con orígenes antisistema como Podemos o que sus apoyos parlamentarios sean fuerzas independentistas como Esquerra Republicana de Catalunya y Euskal Herria Bildu.
Pedro Sánchez sabe que si esquiva la apertura del ‘melón’ del Estado y sortea la crisis económica que se derivará de la sanitaria podría eternizarse hasta 2027. Sobre todo, si el centro-derecha sigue batallando con tres marcas distintas.
UNIDAS PODEMOS ESTÁ QUE TRINA CONTRA LA MONARQUÍA
Unidas Podemos quiere dejar claro que no está de acuerdo con el ‘apaño’ PSOE-Casa Real y en un comunicado aseguró que «no existe motivo alguno para continuar cargando con una monarquía carente de los mínimos valores éticos en un país que lleva soportando sucesivas crisis económicas y sociales que han repercutido muy negativamente en las condiciones de vida la mayoría social».
La coalición liderada por Pablo Iglesias dice que “no se puede seguir impidiendo el debate social sobre el modelo de Estado en España. Pensamos que se abre paso la idea de una república solidaria y plurinacional donde se garanticen todos los derechos sociales, civiles y políticos para todas las personas y donde, de verdad, la justicia sea igual para todos, y es nuestra convicción democrática que debe ser el pueblo quien decida».
SÁNCHEZ QUIERE COMERSE LA TARTA MORADA
Iván Redondo estimulará que la dinámica del voto útil y el posible premio que reciba Pedro Sánchez por su constante presencia en medios ayude a que el PSOE recupere los números anteriores al nacimiento de Podemos.
Pablo Iglesias por su parte también sabe que su futuro político se limita a influir como vicepresidente segundo, quizás con Sánchez hasta 2027 si siguen dando los números, y tutelar la sucesión en Podemos mientras se fragua la unión ya cada vez más sólida con Izquierda Unida.
Cierto es que ese pacto con la coalición liderada por el PCE tiene sus luces y sombras. Y es que Alberto Garzón siempre ha antepuesto los intereses de IU a sus pactos con Iglesias, que sin embargo sí que ‘se le llevó’ a Yolanda Díaz por las facilidades que pretendían dar sus compañeros a apoyar a Sánchez incluso sin entrar en el Ejecutivo.
Díaz creyó que Garzón facilitaba el plan de Sánchez y Redondo, que decían que no podrían dormir con ministros morados y ahora lo hacen a pierna suelta a pesar de que Iglesias vicepreside el Gobierno central.
REPÚBLICA
Julio Anguita decía que muchos republicanos españoles pensaban más en la II que en la III. ‘El Califa’ se lamentaba porque, a pesar de que la gran parte de la izquierda española tiene hacia la república una relación afectiva por vínculos familiares, no existe un plan republicano ‘serio’ que contemple a una mayoría.
Y en esa mayoría debieran estar PSOE y ERC, si es que Pedro Sánchez no antepusiera sus intereses personales a los de sus militantes o si es que Oriol Junqueras no hubiera pactado con la derecha catalana en vez de apostar por una vía federal que casaría a las mil maravillas con un giro hacia la república.