Hace unos días un colegio de la localidad sevillana de Bormujos copaba parte de la actualidad mediática. Manuel Ramírez, el director del Colegio de Educación Infantil y Primaria Clara Campoamor, renunció junto con el resto del equipo directivo. ¿La razón? La imposibilidad de cumplir con las medidas de seguridad impuestas por Educación y Sanidad y por la Consejería de Sanidad de la Junta de Andalucía. Es sólo un ejemplo de la situación educativa ante la inminente llegada de septiembre, en medio de lo que parece un imparable rebrote en todo el país.
Pero la dimisión no era por una incapacidad de los que allí trabajan. Son consecuencia de unas normas que no se pueden cumplir. Presentaron su renuncia ante la Consejería de Educación el pasado 24 de julio. Pero tras ver como les rechazaban algunas de sus propuestas para poder hacer frente a la vuelta al cole en el marco de la crisis del coronavirus. “Cuando los padres y madres me preguntan por las medidas de seguridad, se me cae la cara de vergüenza, así que creo que la postura más honesta que me queda es decir que no puedo garantizar la seguridad en el centro”, explica Ramírez. Defiende esta medida como una reacción “a la pasividad de la administración”.
CUENTA ATRÁS PARA LA VUELTA AL COLE
Lo cierto es que el tiempo se echa encima. A los rebrotes se suma la falta de preparación y adaptación del sistema educativo para afrontar un reto de tal envergadura. Tras el fin del estado de alarma se habló de preparar al país para la «nueva normalidad», especialmente cuando comenzara el periodo escolar y universitario. Pero parece que se ha dejado todo sin hacer o para el último día. Quizá pensaban que no habría la reactivación del virus que hay desde hace unas semanas. De hecho, a este ritmo puede volver a convertirse en pandemia para cuando debieran comenzar las clases.
OTROS, PUEDEN SEGUIR SUS PASOS
Manuel Ramírez ha admitido que otros equipos directivos o a título individual están pensando en seguir sus pasos. Es una medida de presión, aunque no cree que admitan su renuncia. Pero la mayoría, en cambio, esperan acontecimientos y ver qué medios materiales y humanos les llega para hacer frente a la crisis y capear el virus.
La realidad es tozuda. Las diversas direcciones de centros de educación tanto de Infantil como de Secundaria y Bachillerato, han dejado claro y denunciado que es imposible cumplir con las medidas de higiene y distanciamiento requeridas para evitar contagios de Covid-19. Esta pandemia deja de manifiesto las carencias materiales y humanas.
Hay falta de personal para realizar las tres limpiezas diarias que se requieren en las instalaciones, así como la falta de aulas o la pequeñez de las mismas para poder cumplir con la separación de 1,5 metros entre alumnos. Ni pueden dividir tanto las clases, porque no hay aulas, ni pueden separar tanto, porque no hay espacio en las pocas aulas disponibles. Un problema no sólo de Andalucía, si no de buena parte de los centros educativos de toda España.
UN NO CONTINUADO
Unas y otras propuestas por parte de la dirección y de profesores se dan con un muro. Desde la formación telemática hasta medidas para cumplir los requisitos de higiene y poder dar clase con seguridad. Los mismos que se lo exigen, les niegan los recursos necesarios para ello.
A punto de comenzar las vacaciones de agosto, aún no saben tampoco con cuántos profesores de refuerzo contarán el próximo año, lo que dificulta la planificación. Tampoco se informa de los recursos económicos con los que podrá contar para hacer frente a los gastos imprevistos por la pandemia, con lo que van a ciegas.
Ante esta situación, muchos son de la opinión que lo mejor sería que no comenzaran la clases o que incluso al final va a ser inevitable tal escenario debido a los rebrotes y la posible oleada de otoño. Todo ello obligaría de nuevo a un plan basado en la educación telemática para la que tampoco hay un plan específico. La vuelta al cole peligra, y a tenor de lo acontecido, puede no ser tan mal desde el punto de vista práctico.