Hace poco más de un año Ciudadanos alcanzó el mejor resultado electoral de su historia con 57 escaños. En un 26 de abril para la historia, la formación naranja se ubicó como la tercera fuerza política en España. Difícil imaginar en ese momento que la ambición por dominar la derecha llevaría al partido a tener un papel casi irrelevante en la actualidad. La dimisión de Albert Rivera (y la de muchos otros) ha dejado en el mando a Inés Arrimadas. Sin embargo, la nueva líder no encuentra el rumbo. Ha decidido alejarse al máximo de Vox y ha tendido el brazo a Pedro Sánchez, pero sus decisiones no encuentran el esperado respaldo de la población.
En aquel desastroso 10 de noviembre Ciudadanos sólo captó el voto del 6,8% de la población. El mando de Arrimadas y la moderación adoptada invitaban a pensar en un crecimiento exponencial, pero no ha sido así. La formación naranja tan solo ha avanzado hasta los 8,8 puntos el 15 de julio. 12 días después, la última encuesta rebajó ese apoyo mínimamente hasta el 8,7%. Muy lejos, todavía, del 12% en el que están asentados formaciones como Vox o Unidas Podemos.
Ciudadanos ha perdido ese ‘voto útil’ del que llegó a gozar cuando nadie quería optar por el bipartidismo o los extremos. La irrelevancia que ha tomado lleva a muchos votantes a no querer ‘tirar’ su voto y Arrimadas parece que se ha quedado sin ideas. Desde que tomó el mando ha defendido los gobiernos de coalición que mantienen con el PP en diversas Comunidades Autónomas y provincias, pero después ha coqueteado con Sánchez cuando más lo necesitaba el presidente.
En el momento de mayor apuro, con la negativa de PP, Vox e independentistas a prorrogar el Estado de Alarma, Ciudadanos salvó los muebles a Pedro Sánchez. A cambio de condiciones, sí, pero ya fue más de lo que ambas partes se acercaron tras los comicios del 26 de abril, donde ambos partidos hubiesen sumado una mayoría absoluta que hubiese dejado a los independentistas con un mero papel de espectadores.
El objetivo de Arrimadas es precisamente ese, recuperar los votantes de centro-izquierda que apostaron por Sánchez el pasado mes de noviembre. Sin embargo, se muestra dura desde la oposición. La líder de Ciudadanos criticó muy duramente las palabras en las que Fernando Simón restaba importancia a la pérdida de turismo porque evitaba más contagios por covid-19.
Arrimadas quiere exhibir sensatez y eso pasa por virar hacia la izquierda cuando sea necesario. Sin embargo, tiene un problema: los antecedentes. En su día Albert Rivera también aparentó un papel de izquierdas antes de empezar a gobernar con el beneplácito de Vox. Y ese recuerdo, aún muy presente, pone en una tesitura realmente complicada a Inés Arrimadas. Sobre todo después de que Sánchez haya escogido como aliado a Pablo Iglesias.
A la izquierda el espacio parece copado, y a la derecha sigue la guerra abierta entre PP y Vox por liderar ese espectro. Arrimadas, ante esta situación, empieza a mostrar ese papel de centro que Ciudadanos en su día prometió. Mira a un lado y a otro, sin querer destaparse. Pero lo cierto es que si el plan es gobernar con el PP, será imposible sin que Vox entre en la ecuación como ha sucedido en diversos ayuntamientos. Y seducir a la izquierda, por mucho mano que tienda a Sánchez, parece complicado.
De ahí el ‘marrón’ que tiene Inés Arrimadas, que de momento no encuentra con la tecla para enderezar el rumbo de Ciudadanos. El partido crece a un ritmo muy lento y está alejado de ser una alternativa o un apoyo para la formación de gobierno. La líder de la formación naranja no lo tiene claro y eso se refleja en un partido sin rumbo que parece abocado a la irrelevancia absoluta.