Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han marcado unas distancias con Felipe VI que no se advertían entre Gobierno y Casa Real quizás desde que José María Aznar retrasó un viaje de Juan Carlos I por los intereses geopolíticos del vallisoletano.
Este hecho levantó una gran polvareda en el equipo que dirige Jaime Alfonsín, sombra de Felipe VI y muñidor de una campaña mediática que consistió en que ABC denunciase el supuesto veto que existe en TVE sobre la agenda de los reyes y en que El País Semanal dibujase un panegírico.
El suplemento dominical de PRISA intentó fijar la idea de que Felipe VI estaba muy implicado socialmente contra la pandemia y que el rey solo se desentendió de la herencia ‘árabe’ que le llovía desde Suiza cuando tuvo la constancia documental de que ese chisme ‘corinnaceo’ fuese cierto.
En realidad, Casa Real debiera poner una vela a TVE porque no se dedica como ETB a investigar las amplias sombras borbónicas y otra a que Podemos esté en el Gobierno y le evite que el republicanismo tradicionalmente ligado a Izquierda Unida no les convoque manifestaciones contrarias a sus intereses.
LA PRENSA ESPAÑOLA, MIOPE CONTRA FELIPE VI
La prensa italiana destapó a principios de los noventa que Juan Carlos I tenía ‘amigas entrañables’ y ha sido la prensa británica y la suiza la que está demostrando que el nivel ético del rey emérito está más que puesto en duda.
La prensa española, en vez de investigar y encargar sondeos sobre la simpatía de la ciudadanía ante tan anacrónica institución, se dedica a callar sobre Felipe VI, cuya siniestra luna de miel no mereció ni una sola portada en el papel madrileño, y a presionar para que el PP regale estabilidad al PSOE a cambio de que Sánchez destituya a Pablo Iglesias.
Pero Iván Redondo se sabe ese ‘cuento: Unidas Podemos podría dispararse demoscópicamente como víctima del establishment a costa del PSOE, que quedaría rehén en manos de un PP que los días pares se presenta modo Feijóo y los impares estilo Cayetana.
LA ‘MALA PRENSA’ DE LA MONARQUÍA ESPAÑOLA… EN EL EXTRANJERO
Titular al mentón con fotografía en portada sobre un titular cañero: «Rey caído». El reclamo llevaba hasta un reportaje titulado así: «Sexo, dinero y el escándalo que ha sacudido España». Y, por supuesto, el medio que se atrevió contra la Casa Real no fue español… sino The Times.
The New York Times tampoco profesa demasiada simpatía hacia la monarquía hispánica y en un reportaje razonaba: «Ni las tradiciones monárquicas ni la atención educativa que reciben los herederos garantizan que el cargo pase siempre a una persona con suficiente capacidad intelectual o moral. Lo contrario es más probable: que el trono sea ocupado, tarde o temprano, por alguien incompetente o corrupto».
El medio estadounidense asegura que un sector del establishment ibérico «ve las consultas como un ataque al corazón del Estado español. En realidad, harían bien en aceptar el envite: la monarquía necesita un referéndum para garantizar su continuidad a largo plazo y renovar su legitimidad democrática«.
Y aconsejó a Casa Real esquivar «el hermetismo que promueve su entorno más conservador y reanudando el impulso reformista de sus comienzos, abrazando incluso la idea de que al final su futuro sea decidido en un referéndum».