Como en muchas otras ocasiones, al término lujuria también le hemos ido dando un significado con el paso del tiempo que no tiene mucho que ver con el origen de la palabra. Lo conocemos como el apetito desordenado e ilimitado de los placeres carnales, aunque surgió como un término para referirse a otra cosa que se alejaba de las actuales connotaciones sexuales que conlleva.
De forma etimológica, la palabra proviene del latín «Luxuria». El significado de la misma, en su forma original, era «lujo desmedido» y «derroche excesivo». Sin embargo, llama la atención que al principio poco o nada tenía que ver con el sexo. Con el paso de los años, hemos ido añadiendo nuevos significados cuando se ha ido interrelacionando con otros términos para referirnos a cómo la conocemos hoy en día.
Es muy interesante conocer el origen de los términos para saber cómo han evolucionado con el paso del tiempo. Descubre el verdadero origen de «lujuria» (y no tiene nada que ver con el sexo).
Del latín «luxuria», la lujuria no tenía que ver con el sexo
Como hemos comentado, del latín, la palabra «luxuria» provenía de «luxus», que significa «lujo». Es por eso que cualquier cosa desmedida, sobre todo relacionada con el lujo, se denominaran así. Surgió en la Antigua Roma y cualquier persona poderosa relacionada con la posesión desmedida de bienes eran calificadas con esta palabra.
La lujuria, hoy en día, está también relacionada con los pensamientos posesivos sobre otra persona. Es en el momento en que estas obsesiones llegan a los extremos patológicos cuando generan compulsiones sexuales, abusos y violaciones. En este significado, ya empezamos a ver la connotación sexual del término.
La religión, a lo largo de la historia, ha ido descalificando la palabra convirtiéndola incluso en pecado. De hecho, una de las condenas morales de la lujuria a nivel religioso está muy vinculada a la prohibición de las relaciones sexuales fuera del matrimonio.
De Roma al cristinanismo, así evolucionó el término lujuria
Cuando el cristianismo llegó a los gobiernos romanos a partir del siglo IV el significado del término se vio modificado. A partir de entonces, la palabra se usaba para poder referirse a cualquier tipo de derroche desmedido que los más ricos solían hacer para que todos los demás supieran que gozaban de un estilo de vida superior al resto.
La religión cristinana no dudaba en comparar los excesos de dinero y bienes con los vicios y perversiones sexuales, dándole al término un significado mucho más relacionado con el sexo. Además, esto se relacionaba precisamente con quienes más poder y dinero tenían en la Antigua Roma.
Es por eso que se modificó la acepción de la palabra y se cambió el significado por «desenfreno sexual». Las personas que eran más dadas a la práctica desmedida y entrega a los placeres carnales empezaron a ser conocidas como personas «lujuriosas». Este, además, es el significado que ha llegado hasta nuestros días. Este significado también ha ido variando para adaptarse a las distintas circunstancias y pensamientos que predominan en las sociedades a lo largo de los siglos.
La condena de las religiones
Desde que el cristianismo llegara a Roma, todas las religiones han ido condenando la lujuria. De hecho, para el catolicismo, el término es incluso un pecado capital. Por ejemplo, para el hinduismo, también está señalado como uno de los cinco males. En general, todas las religiones consideran que el deseo sexual ya es por sí mismo lujurioso, aunque no pertenezca al campo de la obsesión, como hemos comentado anteriormente.
La condena moral a este término se vincula con prácticas que no están bien vistas en el ámbito de las relaciones, sobre todo las extra matrimoniales. De acuerdo al principio teológico, las religiones afirman que la fuente de amor es Dios. En el momento en que se ama a Dios, podemos amar al resto de seres humanos. No obstante, si ese amor a Dios no existen, no puede existir tampoco hacia el prójimo.
Cuando se intenta poseer a otro sujeto con el fin de obtener amor alejándonos de Dios, aparece la lujuria como la entendemos en la actualidad. Por lo tanto, estaremos hablando de la deshumanización del ser que amamos. Para luchar contra este pecado, la respuesta religiosa debe ser el amor a Dios y el reconocer al otro como objeto de creación divina. En el momento en que nos volvemos a acercar a Dios, somos capaces de amar al resto de seres humanos y recuperamos esa «humanización» que perdemos con la lujuria de acuerdo a ciertas religiones
La lujuria, también condenada en la actualidad
Pero no solo tenemos que irnos hasta las prácticas religiosas para condenar la lujuria. A pesar de que su origen no fue sexual, con el paso del tiempo y de los siglos, lo cierto es que su significado actual sí está muy ligado al sexo. Además, nuestra sociedad ha heredado los conceptos anteriores incluso para aquellos que no se consideran religiosos. De forma directa o indirecta, esta se sigue condenando.
El deseo sexual lujurioso es aquel considerado como incontrolable, desordenado o exagerado. Nos referimos a una persona lujuriosa cuando esta no piensa en las consecuencias que pudieran tener sus actos. Es decir, se mueve de forma impulsiva. De hecho, en algunos aspectos, ahora el significado está también muy cerca de enfermedades como la ninfomanía. Esa necesidad irracional de obtener sexo en cualquier momento y lugar sin poderlo controlar.
Estas personas, como las consideramos actualmente, se perfilan por no tener otras gratificaciones vitales. Lo que es lo mismo, no son capaces de disfrutar con otras artes como la música o la lectura, pues los pensamientos lujuriosos no lo permiten. A día de hoy se llega a considerar un problema grave cuando es ese impulso sexual el que nos domina y no somos nosotros quienes lo controlan. Si alguien necesita sexo en todo momento puede incluso a tener problemas con sus parejas. Este puede ser el significado más grave del término, pues se convierte en un problema para nuestra salud.