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Ahora que parece que lo peor ha pasado, los gobiernos se ocupan del efecto directo sobre nuestra economía: un efecto especialmente doloroso para un país tan dependiente del sector servicios como el nuestro. Lo analizamos a continuación.
Los restaurantes – el domicilio los ha salvado
Pocos rubros han sufrido tanto como el de la hotelería. Durante las primeras semanas del estado de alarma, fueron obligados al cierre forzoso, lo cual les supuso, según las estimaciones actuales, de media un 40 % de pérdida en la facturación y la posible desaparición de uno de cada ocho establecimientos.
En el caso concreto de los restaurantes, muchos de ellos han tenido que adaptarse ofreciendo servicios de delivery ―incluso locales que no lo hacían en la época prepandemia―. La otra cara de la moneda es que no todos los modelos de negocio de restauración encajan con la opción de reparto de comida a domicilio. Pensamos, por ejemplo, en bares de copas o de tapas.
¿Cómo vamos a divertirnos? – ¡Pues online!
Que seguiremos divirtiéndonos es un hecho: el ser humano siempre busca nuevas formas para pasárselo bien. Ahora, vamos a tener que repensar nuestras opciones de ocio. Otro de los sectores más afectados por la crisis, debido a las restricciones de movilidad, ha sido el del turismo, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
Según Sergio Orozco, CEO y confundador de Triporate, agencia especializada en viajes corporativos, «podemos pronosticar que, después del verano, el movimiento nacional se irá reactivando (…). Dicho esto, también tenemos claro que la forma de viajar no será la misma en cuanto a normativas y documentación». Lo dicho, al menos por el momento, tendremos que adaptarnos a esta nueva normalidad y debemos olvidarnos de viajar «como antes».
Numerosas empresas de ocio e incluso museos están ofreciendo eventos y visitas online. Países como Argentina estaban ofreciendo los más bellos conciertos de música clásica transmitidos online. Aunque para muchos ésta es sólo una forma temporal de mantener la relación con sus clientes, para otros es la única forma de seguir justificando un negocio.
Tal es el caso de los casinos online, portales en Internet que ofrecen juegos de casino pero de manera virtual; en otras palabras, se trata de sitios web donde es posible jugar a los mismos juegos que encuentras en un casino físico, pero conectado a Internet. Éstos sitios han estado rondando en España desde que en el 2012 fueron regulados por la Ordenación del Juego. Sin embargo, no fue hasta que los casinos tradicionales se vieran forzados a cerrar que el juego online, de hecho, repuntó.
Los gimnasios – Entrenar en casa
Los gimnasios también han tenido que parar en seco. Todos aquellos que eran activos y se ejercitaban regularmente, optaron por convertir su salón en una sala de entrenamiento. Algunos gimnasios se han dado a la tarea de mantener sus miembros en forma a través de video en streaming para, al menos, no perder el lazo con ellos, con la esperanza de volver a verlos una vez los gimnasios estén habilitados.
Numerosos entrenadores, como el exboxeador Jero García, quien actualmente gestiona dos escuelas de boxeo, se han decidido a ofrecer formación en línea a través de redes sociales y otras plataformas de videollamada que se han popularizado en estos tiempos, como Zoom, Skype o Jitsi. No será fácil para todos, «pero al final (…) se reinventarán, para eso somos emprendedores y estamos acostumbrados a enfrentarnos a la adversidad», explica Jero.
Las compras – radicalización de las compras en Internet
Amazon fue la empresa que más creció. No es de extrañar. Pero también algunas pequeñas tiendas se vieron afectadas al no tener más clientes recurrentes.
La venta de productos no alimentarios cayó notablemente durante las primeras semanas del estado de alarma ―el volumen de ventas de la cadena sueca H&M se desplomó un 50 % en el segundo trimestre de este año, por ejemplo―, y en muchos casos de debió directamente al cierre forzoso de los establecimientos físicos.
Ahora bien, numerosos negocios, incluso pequeñas tiendas locales, decidieron ponerse manos a la obra y lanzar sus plataformas de venta online. Crear un sitio web atractivo y que funcione bien no puede hacerse de la noche a la mañana, pero sí que es posible, con imaginación y visión de las oportunidades, aprovechar el «escaparate» que nos brindan las redes sociales para vender así esos productos que ya no pueden entregarse en mano.
España al parecer se ha reinventado. Jamás tuvo tanto sentido para los negocios invertir en sitios web, aplicaciones para el móvil y servicios tercerizados para abarcar Internet. Algo que quizá otros hicieron muchos años antes y hoy en día le sacan el provecho; mientras otros se vieron forzados a poner un ojo y presupuesto y cambiar, quizá, su modelo de negocio.