La fría serie documental ‘Jeffrey Epstein: Asquerosamente rico’ ha evidenciado la salud que disfruta el género del true crime. Este éxito de Netflix aborda la vida de un célebre financiero estadounidense que se codeó con Donald Trump, Harvey Weinstein, Andrés de Inglaterra y Bill Clinton.
Epstein, acusado de tráfico y abuso sexual de menores, habría diseñado una red de pederastia en la que cayeron niñas de tan solo 14 años. La isla privada del financiero en pleno Caribe fue presuntamente el epicentro de semejante aberración.
El suicidio del financiero el verano pasado en prisión y el hecho de que sus carceleros estuvieran dormidos despertó una serie de informaciones conspirativas que afectaron a la reputación del expresidente Clinton.
CLINTON SE ALEJÓ DE EPSTEIN
Bill Clinton, señalado sin pruebas por algunos diarios amarillos, aseguró que no sabía nada sobre «los terribles crímenes de Jeffrey Epstein» y explicó que tan solo viajó «un total de cuatro veces» en el avión privado del financiero, entre 2002 y 2003.
El dirigente demócrata fue más explícito a través de un comunicado remitido por sus abogados: «No ha hablado con Epstein en una década y nunca ha estado en Little Saint James (conocida de forma popular como ‘la isla de los pedófilos’)». Fox News asegura que el expresidente tomó prestado el avión de Epstein en al menos 26 ocasiones…
¿EPSTEIN A LA ESPAÑOLA?
La Justicia española se ha visto sacudida en los últimos años al menos tres veces por asuntos que algunos medios achacaban a redes de pederastia en las que habrían estado implicados personajes muy famosos.
El caso Alcàsser, convertido también en true crime por Netflix, fue utilizado por personajes como el criminólogo Juan Ignacio Blanco o el periodista Pepe Navarro para hacer dinero o audiencia gracias a la especulación sobre la muerte de tres jóvenes, Míriam, Toñi y Desirée.
Estos crímenes fueron relaciondos en algunos medios con el inexistente ‘clan de la Moraleja‘, que habría pagado por una snuff movie protagonizada involuntariamente por las tres niñas. Cierto es que la cinta de vídeo anunciada por Blanco nunca apareció.
SEÑALADOS DE FORMA INJUSTA
En Telecinco se llegó a señalar a tres famosos como miembros del clan: Alfonso Calvé, exgobernador civil de Alicante; José Luis Bermúdez de Castro, productor de cine; y Luis Solana, expresidente de Telefónica.
Los tres demostraron en los tribunales la falta de fundamento de una acusación tras la cual pudo estar la venganza de un conocido ginecólogo, Ángel Sopeña Quesada, que había acabado a palos con los tres en un fallido negocio.
EL BAR ESPAÑA
A mediados de los noventa el bar España de Benicarló también dio que hablar por la existencia en sus instalaciones de una supuesta red de pederastia que implicaría a famosos. Este asunto salpicó especialmente a Carlos Fabra, expresidente de la Diputación de Castellón.
El caso, que fue relacionado con las niñas de Alcàsser y con Madeleine McCann, fue célebre en las redes porque varias webs acusaron a Fabra de haber matado a «un niño gitano». El dirigente del PP no fue el único afectado por este bulo, ya que en el juicio declararon como perjudicados el expresident de la Generalitat, Francisco Camps; la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra; y la consellera de Justicia, Gabriela Bravo.
La leyenda urbana, que fue exparcida en los medios también por el condenado Juan Ignacio Blanco, situó en una posición muy difícil a Fabra, que hace unos años aseguró que lleva un cuarto de siglo aguantado la trola porque «un sinvergüenza se inventara una canallada como ésta que ha implicado a mucha gente decente y normal que no tiene nada que ver con esta historia».
ARNY: SIN NOTICIAS DEL EPSTEIN ESPAÑOL
Otro viaje a los noventa: en este caso hasta Sevilla. El ‘caso Arny’, por el que fueron condenadas varias personas, acabó derivando en una incomprensible caza de brujas contra algunos famosos.
Jesús Vázquez, César Cadaval y Javier Gurruchaga fueron señalados. Todos ellos fueron absueltos, pero sus carreras profesionales y su reputación sufrieron un daño irreparable por parte de una prensa que, en ciertas ocasiones, daña al mundo en vez de mejorarlo.