Una de las profesiones de las que menos se habla es la de los escorts masculinos. Cuando escuchamos o leemos sobre prostitución, los medios suelen referirse a su vertiente femenina. Sin embargo, ellos también lo hacen, aunque de forma algo diferente. Los comúnmente llamados como gigolós, se convierte en lo que las clientas desean que sean. Los trabajos son muchos y no siempre tienen que estar estrechamente relacionados con el sexo.
Por ejemplo, alguna de las funciones que cumplen es la de acompañar a mujeres de la alta sociedad a exclusivas fiestas e incluso a navegar por el Mediterráneo. Este tipo de profesión está normalmente relacionada con el lujo, aunque, por supuesto, también tiene su matiz sexual. En ocasiones, se convierten en esclavos de sus clientas para satisfacer todas aquellas fantasías sexuales que estas no pueden cumplir en solitario o con sus parejas formales.
Un gigoló en activo puede llegar a ganar mucho dinero, a pesar de que no se hable demasiado de esta profesión. Si tienes curiosidad, descubre qué es lo que piden las clientas a los escorts masculinos.
Escorts masculinos, una profesión silenciada
A pesar de que no solemos hablar de ellos, lo cierto es que la de los escorts masculinos es una profesión extendida por todo el mundo. La mayoría de ocasiones, ellos se dedican a satisfacer los deseos de mujeres de clase alta, aquellas que tienen la capacidad económica suficiente para poder pagar por sus servicios, pues no suelen ser baratos.
Algunos empiezan por necesidad, otros por probar. Empezar en este mundo es muy sencillo. Con la cantidad de páginas que hay en Internet dedicadas al tema, lo cierto es que basta con crearse un perfil en una de ellas, colgar una buena foto y una buena biografía y esperar a que comiencen a llegar las primeras clientas.
A partir de ahí, los precios irán subiendo de acuerdo a la experiencia, a los conocimientos y a la forma en la que sepan comportarse. De media, pueden ganar unos 4.600 euros en un mes, aunque, como siempre, puede haber excepciones en las que se consigan hasta más de 11.500 euros mensuales. Con estas cifras, no es nada descabellado que muchos hombres se hayan planteado la profesión para terminar con los problemas de dinero.
Secretismo y prácticas que las mujeres les piden
La profesión del escort suele estar rodeada de secretos. Aunque extendida, eso no quiere decir que esté normalizada y sea bien vista por el común de la sociedad. En la mayoría de ocasiones, los escorts que se dedican a ello guardan el secreto incluso con su familia. Ni siquiera los amigos más cercanos suelen saber a qué se dedican. Es algo que guardan con recelo, por lo que tampoco hacen ostentación de regalos caros ni dinero.
Aquellos que están dados de alta en los perfiles de Internet, suelen ser contactados de forma directa por las clientas interesadas. Cuando cuentan con una clientela fija, a veces incluso reciben llamadas de amigas de estas para pasar una noche o disfrutar de una velada. No hace falta buscar a las clientas, pues son estas quienes llegan a los gigolós por su cuenta.
Lo primero es intercambiar conversaciones y fotografías para comprobar que se ajusta a la realidad. Después de ello, llega el momento de que la clienta especifique qué desea obtener durante el servicio. En la mayoría de ocasiones, las prácticas requeridas no se suelen salir de lo convencional. Sin embargo, algunas clientas sí deciden pagar por cumplir de este modo sus fantasías sexuales más escondidas.
Peticiones tabú por parte de las clientas
Algunas prácticas sexuales aún parecen no estar demasiado bien vistas entre las parejas más tradicionales. Por ello, muchas clientas deciden adquirir los servicios de los escorts para llevarlas a cabo. Por ejemplo, empresarias de éxito deciden pagar para obtener una experiencia completa y satisfactoria al más puro estilo de la novela erótica «50 sombras de Grey».
Las mujeres que desempeñan papeles poderosos suelen tener fantasías con un hombre que las domine. Cuando eres la persona a la que todos obedecen, hay momentos en los que te gustaría desconectar estado del otro lado por una vez. Sin embargo, no solo las clientas se ponen en contacto con los escorts, los maridos, en ocasiones, también se convierten en clientes.
Hay hombres que buscan los servicios de los gigolós con el objetivo de que ellos mantengan sexo con la esposa en una relación o velada en la que participen los tres de diferentes modos. Estas peticiones no suelen ser las más habituales, pero también existen aunque se guarden aún más en secreto.
No solo clientas, también ellos buscan escorts
Como decimos, hay muchas personas que se excitan y disfrutan cuando ven a su mujer o novia con otro hombre. Aunque parece algo extraño porque no lo solemos escuchar ni está demasiado bien aceptado, sí es una práctica que se les pide a los escorts masculinos. Por tanto, la clientela no viene solo a través de las mujeres, sino también de sus parejas.
Otras prácticas que se les pide a los gigolós van más allá de la intimidad. Por ejemplo, hay personas a las que les gusta que las graben mientras mantienen relaciones sexuales para que el esposo lo vea o para guardarlas como recuerdo y excitarse a sí misma en ocasiones posteriores. En estos casos, hay que ser cauteloso, pues puede suponer un problema a nivel legal.
A pesar de todo, los escorts pueden vivir de forma desahogada gracias a sus diferentes clientes, pues los beneficios son muchos. Además, mientras acompañan a mujeres importantes, tienen la oportunidad de viajar y conocer lugares y rincones exóticos del mundo. A algunas clientas les gusta ser habituales, por lo que buscan en los escorts el sustituto del novio perfecto.
Una profesión de dinero
Haciendo un repaso por las experiencias reales de varios escorts masculinos, el perfil de clienta suele ser de mujer de la alta sociedad o de buena posición económica. Son aquellas que se pueden permitir grandes viajes, noches de ensueño y que deben ir a importantes cenas pero no desean hacerlo en solitario.
Los escorts que se dedican a ello están dispuestos a cumplir muchas de las fantasías de sus clientas, sean sexuales o de cualquier tipo. Aunque, por supuesto, cada uno se reserva aquello que desea o no hacer y los límites a rebasar. El perfil de los hombres suele ser bojo, con el objetivo de que su círculo más íntimo no descubra a qué se dedican.
Ellas, por otra parte, suelen ser mujeres descontentas con su vida amorosa si están en pareja. La mayoría son divorciadas o separadas con dinero que no desean malgastar recursos en intentar ligar a través de aplicaciones como Tinder. Prefieren ir a lo seguro.