Un total de cinco hospitales de la Comunidad de Madrid ya tienen sus UCI libres de pacientes graves con coronavirus después de una pandemia que ha dejado un volumen récord de ingresados: el 12 de Octubre, el Severo Ochoa de Leganés, el Santa Cristina, el Hospital del Sureste y el Hospital de El Escorial.
La pandemia del coronavirus, el mayor reto actual al que se ha enfrentado el sistema sanitario madrileño, lleva semanas remitiendo sobre todo en las unidades de tratamiento de pacientes críticos, quizás las más golpeadas por esta crisis.
Según los últimos datos, la región presenta un total de 105 pacientes ingresados en UCI cuando en el pico de la pandemia, entre el 31 de marzo y el 1 de abril, llegó a tener 1.520 hospitalizados en estas unidades con síntomas graves de la enfermedad. La caída desde entonces ha sido superior al 90 por ciento en este tipo de enfermos.
La Comunidad de Madrid tuvo que ampliar, ante esta presión asistencial no vista antes en el sistema sanitario, su capacidad de respuesta en toda la red asistencial, tanto pública como privada, que supuso pasar de 1.500 a 1.900 camas de UCI y de 14.000 a 24.000 de hospitalización convencional.
A su vez, la necesidad de aislamiento para evitar propagación y el elevado número de días que requieren los pacientes con sintomatología grave para superar esta enfermerdad requirió de medidas inusuales. Por ejemplo, el Gregorio Marañón reconvirtió una biblioteca en puestos de UCI y otras instalaciones, como La Paz, adaptó gimnasios para aumentar su número de puestos de atención.
También surgieron redes colaborativas, bajo el paraguas genérico de coronavirusmakers, que se afanaban esos días por crear mediante impresoras 3D pantallas protectoras individuales o adaptar máscaras de buceo como respiradores provisionales.
La tensión del sistema sanitario fue tal que la asistencia especializada ‘salió’ de las áreas de hospitalización: hoteles medicalizados, hospitales de campaña y el famoso hospital de Ifema específico para pacientes Covid-19.
De hecho y a raíz de esa experiencia, la Comunidad de Madrid construirá un nuevo hospital de emergencias en terrenos de Valdebebas con la previsión de que esté operativo en otoño.
Cada alta de los pacientes UCI se ha celebrado en los centros con aplausos, como una victoria más ante la pandemia. El más reciente, el traslado a planta en el Hospital del Henares del último paciente Covid-19 en la UCI, un hombre de 61 años que estuvo 78 días en cuidados intensivos.
El pasado fin de semana también se conoció el caso de Pepe López, el director de seguridad y celadores del Hospital Príncipe de Asturias que estuvo tres meses en UCI y que calificó a sus compañeros del centro como los «auténticos héroes» en la lucha contra el coronavirus.
Uno de los centros con mayor actividad en su UCI ha sido el Hospital 12 de Octubre, que con 220 pacientes Covid-19 con síntomas graves ha sido el segundo de la región con más ingreso en estas unidades, superado en unos pocos pacientes por el Hospital de La Paz.
El jefe de servicio de Medicina Intensiva del centro, Juan Carlos Montejo, ha explicado que el Covid-19 genera que haya enfermos que pueden pasar hasta dos o tres meses en cuidados intensivos debido a una afectación «multisistémica» al organismo.
De hecho, ha apuntado que puede tratarse de un «paciente crítico crónico» pues «no le mantiene en UCI el propio Covid» sino otros problemas que ha ido teniendo el convaleciente, sobre todo asociados a enfermedades previas.
Así, ha señalado que con el coronavirus esa dolencia previa puede acabar derivando en «catástrofe» con afectación a diferentes organismos y alteraciones a distintos niveles, ya sea renal, cardiaca, respiratoria o de la propia conciencia, entre otras.
Desde el punto de vista profesional, este facultativo ha asegurado que han atendido «diferentes y graves catástrofes» a lo largo de su trayectoia pero «con un tiempo muy acotado», como es el caso del atentado del 11-M o el accidente de Spanair.
«Eran acontecimientos que ponían patas arriba el hospital pero un periodo corto de tiempo. Esto (la crisis del coronavirus) ha sido muy continuado, muy seguido. Yo no he visto nada parecido en toda mi vida», ha confesado Montejo.
También ha explicado que al principio de la pandemia del Covid-19 había «muchísimo desánimo» porque ingresaban en UCI «un enfermo tras otro» y el personal sanitario veía que «no se curaba» en las dos primeras semanas.
De hecho, ha asegurado que hasta la tercera semana no se empezaron a dar de altas a pacientes de UCI, algo que generó «mucha emoción» y que se comentaba en conversaciones con facultativos de otros centros, pues implicaba que «había salida» positiva para los enfermos. Altas que se han ido sucediendo a lo largo del tiempo hasta normalizarse la situación.
«Es muy emocionante», ha subrayado el jefe del servicio de Medicina Intensiva del 12 de Octubre para recalcar que, en caso de rebrote, ahora saben «mucho más conocimiento» de la enfermedad que hace cuatro meses, como la vida natural del virus, los problemas que puede llegar a generar y los tratamientos que han funcionado.
La clave, según ha recalcado, está en el manejo global por los equipos de cuidados intensivos y que están habituados a tratar con pacientes graves. »
No hay fármaco mágico ni respirador mágico», ha insistido para agregar que el éxito en la recuperación de un paciente atañe a todo el hospital en su conjunto, desde médicos, enfermeras, celadores y el personal, por ejemplo, que se dedica a los suministros y que se ha «volcado» por gestionar todos los recursos necesarios «hasta llegar a exprimir el mercado».
«No solo es el equipo sanitario, es el equipo global de un hospital (…) Toda esta crisis ha servido para estrechar lazos como nunca nos habíamos imaginado», ha remachado.