Seducir con nuestra inteligencia también es posible. De hecho, es una de las técnicas de seducción en la que prácticamente no tenemos que hacer nada. Simplemente, ser como somos de forma real. No se trata, en ningún caso, de fingir ser lo que no eres. Tampoco debemos caer en adquirir el papel de un «pseudointelectual», pues lograremos justo el efecto contrario al que pretendemos conseguir.
Atraer a la otra persona por medio de esta técnica, si la podemos llamar así, no pasa por sabernos de memoria diferentes hitos históricos, ni tampoco aprendernos de memoria nombres conocidas, fechas o lugares en los que ocurrieron las cosas. Recuerda que no nos estamos presentando a un examen final, sino que se trata de dejar fluir nuestra forma de ser y lograr captar la atención de este modo.
Aunque parezca sencillo, cuanto más lo pensemos y más rígidos seamos, conseguiremos el efecto contrario, por lo que hacerlo bien es complicado. Descubre de qué trata el arte de seducir con tu inteligencia.
Esto es lo que no debes hacer para seducir con tu inteligencia
Como decimos, no tenemos que aparentar algo que no somos ni tener que conocer cosas que en realidad no nos gustan o apasionan. Si odias la tecnología, no quieras aparentar ser un amante de la misma. Tampoco intentes ponerte en el lugar de la otra persona y aprenderte de memoria asuntos difíciles como piezas musicales de los grandes compositores o los movimientos artísticos más importantes.
Se trata de hacerlo de una forma natural, es decir, que no salga solo. No trates de cambiar tu forma de hablar ni de expresarte añadiendo a tu vocabulario palabras que quizá no sepas ni qué significan. Tampoco hay que utilizar frases elegantes y demasiado «pomposas» para seducir a la otra persona. En el juego de la seducción, usar un disfraz y pretender ser quien no somos está de más.
El ir de filósofo contemporáneo no te ayudará a ganar más puntos. No estamos aquí para recitar de memoria la lección como en los tiempos en los que íbamos al colegio. Cuanto más tratemos de forzar la situación, más aburridos pareceremos. Rígidos, sin ninguna gracia. La otra persona se dará cuenta enseguida de la artimaña y terminará huyendo.
Atrae la naturalidad de saber cómo actuar
Lo que de verdad atraerá la atención de la otra persona será que hables de forma apasionada de un tema que te encante y del que tengas conocimientos por ello. También conseguirá captar miradas aquel que tenga un ansia sana de engrosar su nivel de conocimientos, siempre sin hacerlo de una forma falsa o presuntuosa. Otra cosa a tener en cuenta es saber elegir el lugar para hablar de unos u otros temas.
No caigas tampoco en el discurso fácil, es mejor tratar un tema relacionándolo con el humor, un argumento adecuado y, siempre, trabajando la humildad en todos los sentidos. Cuando hacemos gala de nuestra inteligencia natural, uniéndola a la humildad de que siempre podemos aprender más, conseguiremos seducir a quien tengamos delante, pues es un elemento diferenciador que tienen en cuenta muchos.
No hay duda de que la inteligencia seduce. La razón es que conseguimos hacer pensar a la otra persona y compartir nuestros conocimientos con ella. Aquellos que se sienten atraído hacia estas características se conocen como sapiosexuales.
La inteligencia, otro tipo de estímulo sexual
Lo cierto es que el seducir en base a ser inteligente puede convertirse en un verdadero elemento para usar en el erotismo. Un pensamiento bien construido y argumentado puede ser capaz de despertar el deseo sexual en la otra persona, convirtiéndose en la antesala del erotismo tal y como lo conocemos. Este tipo de atracción aparece cuando nos sentimos seducidos por los conocimientos de la otra persona.
Por tanto, buscaremos la capacidad de razonar, argumentar y saber hablar sobre ciertos temas. Esta inteligencia la adaptaremos y aplicaremos al proyecto de vida que deseemos crear junto a nuestra pareja, sabiendo que se cuenta con una capacidad de análisis que otras personas no poseen. Reconoceremos a alguien que nos puede seducir con su inteligencia por la facilidad de comunicación que tenga. Es decir, el poder de expresarse de forma clara y concisa.
También porque no le hace falta emplear expresiones demasiado rimbombantes, cayendo en la presuntuosidad, sino que habla de cualquier tema, ya sea banal o profundo, consiguiendo entablar una charla muy agradable. Al hacerlo, consigue una expectación tal que las conversaciones fluirán sin convertirse en algo pesado. Por último, debemos diferenciar los tres aspectos que rigen la inteligencia: el cognitivo, el relacional y el emocional. Quien tiene los tres, tiene la mayor capacidad de seducir.
¿Por qué se convierte en un elemento erótico con el que seducir?
La razón por la que somos capaces de seducir o sentirnos atraídos por la inteligencia es porque resulta muy sensual que alguien tenga los tres elementos por los que se rige la inteligencia. Es decir, transmitirá seguridad, será capaz de emitir un mensaje adecuado, etc. Esto lo puede convertir en el objeto de deseo de quienes lo rodean. Cuando fluye, este tipo de personas son capaces de cultivar una relación desde las emociones de los demás, conectar con su espíritu y descubrirse y descubrir a la pareja poco a poco.
Son personas que destacan por su capacidad de prestar atención a los detalles y crear fantasías para ponerlas en práctica. La relación se convertirá en un reto, puede incluso rodearse de misterio, lo que la convertirá en algo que va más allá, algo provocador y que resulta interesante sin ser forzado. De aquí saldrá una conexión profunda muy relacionada con el erotismo.
El físico cambia, se puede apagar o se termina transformando. Sin embargo, la inteligencia no. Por tanto, si con el tiempo no se han desarrollado otros aspectos de la relación, se convertirá en una vacía y superficial. Hay que cultivar esa inteligencia a nivel amoroso para que nuestra relación no termine cuando el físico deje de ser un estímulo suficiente.
Las personas que se ven atraídas por la inteligencia
El intelecto se convierte en el objeto de deseo de muchas personas debido a que la parte física se puede deteriorar con el paso del tiempo. Aunque bien es cierto que, en un primer momento, es lo que más puede llamar la atención, llegará un punto en el que esta atracción física se irá reduciendo. Por tanto, debe haber otras bases que nos unan más allá con nuestra pareja.
Aunque de primeras nos guste mucho alguien por su físico, siempre que nos sentamos a tener la primera cita hablamos de si hemos sentido o no «feeling» con la otra persona. Se trata ni más ni menos que del acercamiento que sentimos cuando compartimos conocimientos, experiencias, podemos conversas, etc. Es decir, ponemos a prueba la inteligencia para seducir.
Tras estos primeros acercamientos a nivel intelectual, si consideramos que encaja en nuestro proyecto de vida, nos sentiremos doblemente atraídos. Aquí es donde aparecerán los sentimientos y el elemento erótico unido al intelecto. Esta se puede considerar como la atracción más pura entre una pareja.