Víctima de abusos en la Iglesia lamenta que la Ley de infancia «silencia» la pederastia eclesial

El portavoz de la asociación Infancia Robada y primera víctima que denunció abusos sexuales cometidos en la abadía de Montserrat (Barcelona), Miguel Hurtado, ha valorado los avances de la Ley orgánica de protección a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, bautizada como ‘Ley Rhodes’, que el Gobierno aprueba este martes, pero lamenta que la norma «silencia» a los niños que sufrieron abusos por parte del clero pues «no menciona cómo luchar» contra la pederastia en la Iglesia.

«La nueva ley tiene avances importantísimos como el compromiso de crear juzgados especializados contra la violencia a la infancia, pero a muchos nos deja un sabor agridulce, habla de cómo prevenir los abusos en la familia, en la escuela y el deporte, pero no menciona cómo luchar contra los abusos en la Iglesia«, ha subrayado Hurtado en un vídeo.

Miguel Hurtado, cuyo caso prescribió cuando quiso denunciar y cuyo abusador ya falleció, considera que el hecho de que el texto no mencione los abusos en la Iglesia es igual a «silenciar» estos casos. «Supone que una vez más las víctimas de pederastia clerical seamos silenciadas por las instituciones públicas para no molestar a la jerarquía católica», indica.

Además, considera que la reforma de plazos de prescripción es «poco ambiciosa» y, por ello, pide ampliarla para que el plazo empiece a contar a partir del momento en el que que la víctima cuple 40 años, en lugar de 30, como establece la norma. «La ley puede y debe ser mejorada en su paso por el Congreso, todos los partidos deben priorizar esta norma imprescindibe para el bienestar de nuestros niños», ha enfatizado.

En 2016, Hurtado impulsó una campaña en la plataforma Change.org pidiendo que los abusos sexuales contra menores no prescribiesen, una petición que ha sumado más de 528.000 firmas. Ahora ha actualizado aquella campaña valorando como «un parche legislativo» el aumento del plazo de prescripción que contempla la Ley Rhodes. Si actualmente, el plazo empieza a contar desde los 18 años de la víctima, ahora empezará a hacerlo a partir de los 30.

Teniendo en cuenta que, a partir del momento en que empieza a contar el plazo, los delitos prescriben entre 5 y 15 años después, dependiendo de su gravedad, con la nueva ley, la mayoría de delitos de pederastia prescribirán cuando la víctima tenga entre los 35 y los 40 años.

La Real Comisión de Investigación Australiana sobre abusos sexuales infantiles en instituciones estableció, con una muestra de 4.500 víctimas, que la edad media a la que una víctima denuncia haber sufrido abusos es de 44 años. Por tanto, Miguel Hurtado advierte de que «la mayoría de casos de pederastia seguirán quedando impunes por prescripción».

NINGUNA DE LA 14 VÍCTIMAS DE MONTSERRAT PODRÍAN DENUNCIAR CON LA NUEVA LEY

Es lo que sucede, por ejemplo, en su caso. «Ninguna de las catorce víctimas que denunciamos haber sufrido abusos sexuales en la Abadía de Montserrat podríamos denunciar con la nueva propuesta», lamenta.

Por ello, tiene un sentimiento «agridulce» aunque espera que durante la tramitación del anteproyecto de ley en el Congreso los grupos parlamentarios «aprueben una enmienda para elevar el inicio de ese cómputo»

En todo caso, Hurtado también cree que la ley incluye algunas medidas «muy positivas» como el compromiso de crear tanto juzgados especializados como una fiscalía específica contra la violencia infantil, o la generalización de la prueba preconstituida para que los menores de 14 años solo tengan que declarar una vez durante una investigación judicial.

Miguel Hurtado denunció públicamente que había sufrido abusos a los 16 años por parte del monje Andreu Soler en el Monasterio de Montserrat en Barcelona. «El hermano Andreu se ganó mi confianza al servirme de apoyo durante las crisis que yo estaba viviendo tanto en mi familia como personalmente: los problemas con la relación entre mis padres, el conflicto que me generaba asumir mi realidad sexual, el complicado paso por el instituto», relata en el libro que publicó en 2020, titulado ‘El manual del silencio’.

«Te veo triste Miguel, ¿te pasa algo?», cuenta que le dijo el monje, momento a partir del cual empezaron a hablar, al principio de temas algo más neutros. «Poco a poco la relación comenzó a cambiar: comenzó a pasarse por mi cuarto por las noches, a hablarme de temas sexuales como la masturbación. Hasta que un día cruzó una línea que rompió mi adolescencia y que me quebró por dentro. Me dijo: ‘Esto mejor no te lo toques demasiado que no es bueno para ti’. Y lo dijo mientras metía su mano bajo el pijama y manoseaba mis genitales. Los abusos se prolongaron durante todo un año», señala Hurtado en el libro.