viernes, 22 noviembre 2024

Así se ha adaptado la prostitución al coronavirus

Todo ha cambiado debido a la pandemia por la COVID-19. La prostitución no es más que otra de esas cosas que se han visto obligadas a adaptarse a los nuevos tiempos por el coronavirus. Muchas prostitutas, durante el encierro, han decidido volver a sus lugares de origen y dejar de ejercer. Otras, en cambio, han visto las posibilidades y han querido seguir con su trabajo como si nada. Eso sí, con muchas más precauciones que antes.

Pese a la cuarentena que hemos vivido en la totalidad del país, el sexo de pago ha seguido en funcionamiento. ¿Cómo lo han conseguido? Si antes era ya una actividad oculta, ahora se ha convertido en aún más discreta si cabe. Los clubes oficiales han criticado duramente las medidas. Se quejan de la falta de higiene y de los fuertes controles policiales. Pero el dinero negro se sigue moviendo en tiempos de incertidumbre.

Los clubes, discotecas y lugares de stiptease se han visto obligados a cerrar sus puertas. Pero la profesión no se para. Así se ha adaptado la prostitución a la pandemia por coronavirus.

El dinero negro en tiempos de coronavirus

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Las quejas de los clubes legales no dejan de llegar. Ponen de manifiesto que el dinero negro no ha dejado de producirse pues, de forma extraoficial, los pisos dedicados a la prostitución han continuado con su funcionamiento como si nada. Estos no pagan impuestos y tampoco se ven sometidos a ningún tipo de control para parar la COVID-19.

Desde el 14 de marzo, los clubes cerraron sus puertas a los clientes. De hecho, el fuerte control policial hizo que no pensaran siquiera en saltarse las restricciones que vinieron a raíz del decreto del Estado de Alarma. Eso, sin embargo, no ha sucedido en muchos otros de los peldaños que engloban la prostitución.

La que se ejerce en pisos privados es mucho más complicada de controlar. Es un problema que ya venía siendo habitual antes de la pandemia. No obstante, con todo lo demás cerrado, estos lugares ocultos han sabido coger bien su parte del pastel.

Así es la prostitución en pisos y a distancia

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Pocos han pensado en qué hacer con los pisos privados donde se ejerce la prostitución. De hecho, las prostitutas han sabido cómo escabullirse de la ley y se han seguido anunciando en portales específicos para ello para que los clientes supieran que siguen trabajando durante el coronavirus. La pregunta es: ¿Quién controla el virus en estos lugares?

La realidad es que es prácticamente imposible de controlar. Por eso, muchas son las mujeres que han decidido continuar e incluso subir las tarifas debido a la excepcional situación vivida durante los últimos meses. Otras, incluso han decidido comenzar en la profesión debido a la falta de empleo durante la pandemia.

Otras profesionales, asustadas por el riesgo de transmisión de virus sin poder mantener, como es lógico, la distancia de seguridad, han decidido ofrecer sus servicios online. Usan la webcam, vídeos a través de Whatsapp, el teléfono… Y otros medios con los que no tienen que estar en contacto con el cliente. Así se aseguran de no haber perdido a sus clientes durante la cuarentena.

Lugares especiales para ejercer la prostitución

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Siendo complicado como es un control efectivo para cerrarlos, los sitios en los que se sigue practicando la prostitución a pesar del encierro han seguido activos. Los clubes cerraron cuando tuvieron que hacerlo, y eso no hizo más que aumentar la demanda de sexo de pago. Ante una situación impredecible, ha habido otros cambios para mantenerse a flote: el alquilar apartamentos y habitaciones denominadas como «discretas».

En estos espacios, tanto prostitutas como gigolós pueden ejercer su profesión de forma tranquila alejados de las multas por saltarse el confinamiento obligatorio. Ofrecen incluso coartadas para ir a ver la habitación, alegando que se puede decir que se va al supermercado a o hacer otro tipo de compras.

Estos lugares protegidos de las miradas indiscretas y también de la legalidad, cuestan unos 200 euros semanales, dependiendo del tamaño y las comodidades de la misma. El trabajador sexual puede incluso tener o no baño dentro de la propia habitación para trabajar con mayor seguridad. Esto sigue siendo, sin embargo, un enorme foco de contagio por coronavirus.

La dura vuelta de los clubes

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La prostitución ilegal y oculta ha seguido ejerciéndose durante la cuarentena. Pero lo que sí ha tenido que parar de forma obligada ha sido la actividad realizada en burdeles y clubes de striptease. Por eso, teniéndolo todo parado, ahora, con el desconfinamiento en pleno auge, prevén que se tendrán que enfrentar a uno de los verano más duros de los últimos tiempos.

En este tiempo en el que los lugares legales han tenido que cerrar, muchos han aprovechado para actualizar sus páginas web y reforzar la oferta digital, una de las más demandadas durante la pandemia. De este modo, se han preparado para lo que puede llegar después, sin descartar el posible miedo de los clientes al contagio cuando todo vuelva a reabrir.

Con el levantamiento de las medidas de restricción ya en pleno apogeo, muchos piensan que el verano está prácticamente perdido. Con menos turismo que otros años y menos dinero en los bolsillos nacionales, los gerentes de los clubes dudan si querrán gastárselo en este tipo de ocio.

Ajustes en el mercado de la prostitución por el coronavirus

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Los grandes clubes dedicados a la prostitución prevén, además, que con todas las medidas que habrá que tomar se tendrán que realizar diversos ajustes en el mercado. Estos se desharán de rivales que no tengan el suficiente músculo económico para hacerles frente o que lleven poco tiempo en la profesión.

Serán capaces de reabrir aquellos que sean más fuertes y que lo hayan demostrado a lo largo de la pandemia. Los precios tendrán que ajustarse al bolsillo de los clientes, por lo que estarán obligados a bajar, sobre todo si hablamos en el caso del mercado nacional. Esto siempre teniendo en cuenta que hay clientes que dejan miles de euros en tan solo una noche.

La reinvención pasará también por diseñar nuevas ofertas dedicadas a los clientes nacionales, tanto hombres como mujeres. El aforo también se verá perjudicado, pues no podrá estar al tope. Esto supondrá un fuerte golpe a la facturación de los locales que actúan de forma legal. Los impuestos habrá que seguir pagándolos, así como los alquileres. Un negocio más, el de la prostitución, que tendrá que adaptarse a la nueva normalidad tras el coronavirus.