Las elecciones vascas ya tienen fecha: 12 de julio. Y esto que parece una noticia que augura la vuelta a la normalidad en realidad pone en peligro los planes del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. El Ejecutivo quiere más estado de alarma y aprobar unos presupuestos generales del Estado rápidos (o de «emergencia», como dicen desde las altas instituciones) que garanticen la legislatura. Pero estas elecciones harán que los partidos nacionalistas vascos, tanto PNV como EH Bildu, afloren los sentimientos regionalistas en un contexto en el que el estado de alarma les ha quitado todas las competencias y aderezado con una crisis económica sin precedentes. Por lo que desde el Gobierno temen que sus planes se desbaraten, una vez más, por partidos regionalistas.
El PNV y EH Bildu han sido decisivos para dar a Sánchez y al líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, las llaves del Gobierno. Su presencia en un Congreso de los Diputados más fragmentado a nivel político que nunca les ha convertido en una llave codiciada que los aspirantes a tumbarse en el colchón de La Moncloa no dudan en regar con miles de millones cada vez que tienen oportunidad. Y ahora, con las elecciones vascas, los planes del Gobierno pueden pasar por un terreno pantanoso plagado de tintes nacionalistas.
Tanto los independentistas catalanes como los nacionalistas vascos se han mostrado contrarios al estado de alarma porque les ha robado competencias autonómicas. Tanto es así, que la última prórroga del estado de alarma la tuvo que apuntalar la lideresa de Ciudadanos Inés Arrimadas con el rechazo de los independentistas catalanes. Incluido ERC, el socio más «estable» del Gobierno dentro de los regionalismos.
Entonces el PNV cedió, pero ahora los nacionalistas vascos se muestran más hostiles hacia la idea de que Sánchez siga con plenos poderes. Al menos, el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, avisó a Sánchez de que no apoyarían otro estado de alarma en las mismas condiciones en las que se habían aprobado hasta ahora. Y han demandado que cedan competencias autonómicas si no quiere perder el apoyo de todas las formaciones nacionalistas que le dieron entonces el poder.
Las elecciones vascas ponen todo patas arriba porque el PNV no se arriesgará a perder parte de su electorado en los comicios autonómicos tomando decisiones que apoyen un estado de alarma que les quite competencias. Aún así, Sánchez siempre ha tratado con privilegios a los vascos desde el minuto uno. De hecho, les ha concedido pase a la fase 1 en algunos municipios que a nivel de contagios y capacidad de respuesta estaban peor que otras provincias como Granada.
El lehendakari, Íñigo Urkullu, se ha apresurado para convocar las elecciones. De hecho, ha adelantado 24 horas la reunión del Consejo de Gobierno para hacer público que las elecciones autonómicas vascas serán el 12 de julio, a falta de confirmación. La crisis del coronavirus llegó a frenar las elecciones, que se deberían haber celebrado el pasado 5 de abril, pero ahora, con los nuevos datos y con la curva «doblegada», según afirmó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, los vascos se han animado a convocarlas en verano.
Aún así, no está del todo confirmado. El PNV, el PP y Equo apoyan la idea de que la convocatoria sea en julio, sin embargo, la izquierda abertzale y Elkarrekin Podemos prefieren esperar hasta septiembre por prudencia. Tanto EH Bildu como Podemos en el País Vasco se han lanzado al cuello de Urkullu por plantear los comicios en plena desescalada (aunque previsiblemente en esas fechas ya se habrá superado, siempre que no haya sorpresas). Aún así, los número favorecen la idea de que el 12 de julio los vascos y las vascas tengan una cita con las urnas.