La crisis sanitaria ha bifurcado el camino de Vox: Santiago Abascal tiene a su derecha el carril vacío que le están dejando PP y Ciudadanos, que por ahora no han votado contra las prórrogas al estado de alarma decretado por el Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
Y a su izquierda sigue abierta la posibilidad de pescar en otros caladeros de votos más progresistas, vía por la que el Frente Nacional de Marine Le Pen pintó de azul los barrios colorados que controlaron durante décadas los socialistas y comunistas franceses.
VENTAJAS Y DESVENTAJAS POLÍTICAS DEL MOMENTO
Un río revuelto como el actual podría ser beneficioso para Vox, que no tiene pasado ni ataduras para arrear con fuerza al Ejecutivo central. Pero también es evidente que la ciudadanía opta por valores seguros cuando existe incertidumbre y este partido, por su inexperiencia, podría no ser percibido como tal.
Auguran algunos sociólogos que las fuerzas más populistas y destructivas se dejarán pelos en la gatera, pero algunas encuestas sonríen a Vox. El partido que lidera Abascal subiría casi dos puntos respecto al 10N y alcanzaría un sobresaliente 17% de voto, según el último Barómetro de La Sexta.
Abascal achicaría espacios con Casado y los 5,7 puntos con los que el PP aventajó a Vox hace seis meses menguarían hasta los 3,4. Cierto es que la historia reciente nos enseña que no es fácil sorpassar al bipartidismo, bien lo saben Podemos y Ciudadanos, pero este caso puede ser diferente.
LA ‘ESTRATEGIA TRUMP’
Vox está agudizando su ‘estrategia Trump’. Abascal y el equipo de comunicación de Vox, liderado con acierto por el joven Manuel Mariscal, saben que les beneficia una guerra contra algunos de los grandes editores de la prensa.
Y es que esta batalla otorga a Vox una pátina de formación outsider o perseguida. ¿Outsider un partido liderado por un señor que era enchufado en los ‘chiringuitos políticos’ de Esperanza Aguirre y que fue impulsado por un nombre clásico del PP, Alejo Vidal-Quadras? Eso quieren hacer creer.
VOX SIGUE SIN ANTEPONER SU DISCURSO SOCIAL
Vox sabe que desde hace tiempo tiene que articular un discurso social que complemente a su marcada vena identitaria. Por eso deben moderar comentarios clasistas como el de Jorge Buxadé, que tildó de «paguita» la propuesta gubernamental de lanzar una renta básica universal.
La tercera fuerza de España asegura que lleva «semanas proponiéndole al Gobierno que sea el Estado quien asuma el coste de las nóminas de los españoles, algo que sería más efectivo a largo plazo y aliviaría la presión en materia de subsidios».
Santiago Abascal por su parte está alzando la voz por las medidas proteccionistas del Gobierno español: «El gobierno de Iglesias y Sánchez lleva a la miseria a millones de españoles. Al que no muere por su negligencia le arruinan, mientras solo piensan en el avance de una ideología sectaria. Tienen que pagar las nóminas de todos los españoles y marcharse».
Vox, consciente de que Donald Trump está despegando una colección de medidas proteccionistas superiores a las que se están aprobando en Europa, no toma como modelo al presidente estadounidense en materia económica y solo parece querer copiar su estrategia mediática.
RECORTES
En las redes sociales de Vox ha entrado como cuchillo en mantequilla la propuesta de Santiago Abascal de eliminar tres vicepresidencias, diez ministerios y una serie de cargos intermedios. El Gobierno, según el político vasco, ahorraría 16 millones de euros anuales.
Esta propuesta ha sido muy aplaudida en Vox… y silenciada por Podemos. Y eso que fue la izquierda del 15M la que utilizó los sueldos de los políticos de forma demagógica, olvidando quizás que en el siglo XIX se profesionalizó la política para que no fuese pasto únicamente de las personas pudientes.
UN AS BAJO LA MANGA CON DOBLE FILO PARA VOX
Vox guarda bajo la manga un as: una moción de censura contra Pedro Sánchez. En el Partido Popular creen que no es el momento de llevar a cabo una medida como estas. Y más teniendo en cuenta de que no hay una sola opción de que triunfe.
La intención es, según comentó Abascal, saber «con nombres y apellidos que diputados apoyan a este Gobierno ruinoso». También atacó con dureza a Pablo Iglesias: «Solo tiene odio y una obsesión patológica por los años 30 del siglo pasado».
El vicepresidente segundo, según el ex del PP, es «un negacionista de los crímenes comunistas, lo que puede constituir un delito de los regulados en el artículo 510 del Código Penal. Han muerto con la crisis del coronavirus más gente de la que asesinaron sus ídolos en Paracuellos».