Unidas Podemos sigue presionando para conseguir competencias. Al principio fueron las de Trabajo, donde la negativa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se acabó convirtiendo en un ministerio regido por una militante de Izquierda Unida. Y ahora el líder del PSOE ha entregado las competencias de la industria alimentaria a otro peso pesado de IU. Alberto Garzón, el ministro de Consumo, ha robado el control de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) al Ministerio de Sanidad. Y ahora será el propio Garzón quien tendrá el control de la industria alimentaria.
Este golpe de efecto en algo que parece que tendrá poca repercusión no ha gustado a la industria alimentaria. Al menos la patronal de este sector ha expresado su inquietud porque estas competencias recaigan sobre el flamante ministro de Consumo, una cartera inventada esta legislatura y que dirige alguien no necesariamente amable con según qué productos. De hecho, no es la primera vez que las empresas relacionadas con este sector remiten al Gobierno su desacuerdo con cómo se ha gestionado la Aesan.
En febrero, el Ejecutivo se inventó una fórmula por la cual la Agencia pasaba a ser gestionada por varios ministerios. Y esto no gustó a 14 organizaciones, entre las que destacan la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB). Pero ahora será Garzón quien decidirá sobre cuestiones clave de este sector. Y ya ha anunciado su intención de meter mano y subir los impuestos a según qué productos.
Garzón ya ha dejado entrever sus intenciones, y no gustan demasiado a algunas compañías. La Aesan no es una organización que esté en primera línea mediática, pero es muy importante para establecer los impuestos, el etiquetaje y otras competencias en relación con los productos.
Lo primero que hará el ministro de Consumo es establecer el conocido como etiquetaje de semáforo, es decir, una fórmula que se ha inventado Garzón para visibilizar lo buenos o malos que pueden ser determinados productos. El rojo imperará en los fritos y otros alimentos que no son buenos para la salud. Y aquellos productos que sí sean saludables tendrán un semáforo en verde. Las calorías, los azúcares, las grasas saturadas y la sal serán los elementos que determinen si un alimento tiene un color rojo o verde. Todo en base al criterio que se elabore desde Sanidad. Por lo que las bebidas azucaradas y la comida basura verá cómo sus ventas se reducen, previsiblemente.
Pero esto no es lo único. Lo que más inquieta a las empresas del sector es que Garzón tendrá competencias de impuestos. Es decir, que podrá poner tasas a los productos que considere y a discreción. Y habrá más de un producto que se verá encarercido en la cesta de la compra y que, por tanto, repercutirá de forma negativa en algunas empresas. Especialmente de la Coca-Cola u otros alimentos similares, así como los ultraprocesados.
La decisión del Gobierno ha llegado este mes reflejada en el Boletín Oficial del Estado (BOE) y pone fin al hecho de que hasta ahora la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición codependiera de varios ministerio, entre los que estaban Consumo, Sanidad y Agricultura.
La intención de Garzón no es otra que limitar el consumo de alimentos ultraprocesados, bebidas azucaradas y otros productos que son perjudiciales para la salud, según todos los nutricionistas. Pero será Consumo quien decida cómo llegar a ese punto, algo que no ha gustado demasiado a las principales empresas del sector.