El Papa ha reivindicado a los «buenos sacerdotes» y ha homenajeado a los fallecidos atendiendo a los enfermos durante la pandemia del coronavirus, al tiempo que ha lamentado los «sacerdotes calumniados» que no pueden salir a la calle con alzacuellos, ya que son increpados por el «drama» de los casos de abuso sexual en el seno de la Iglesia católica.
«Buenos sacerdotes, hoy os llevó en el corazón y os llevo al altar. Hay sacerdotes calumniados… Muchas veces sucede hoy que no pueden ir por la calle porque les dicen cosas feas en referencia al drama que hemos vivido con el descubrimiento de los sacerdotes que han hecho cosas feas. Algunos me han contado que no pueden salir de casa con alzacuellos», ha revelado.
El Papa ha hecho estas reflexiones durante la eucaristía del Jueves Santo, la misa en Coena Domini, que conmemora la institución de la Eucaristía en recuerdo de la última cena de Jesús con los apóstoles. Esta celebración marca el comienzo del Triduo Pascual, es decir los tres días más importantes de la liturgia cristiana, que ponen fin a la Cuaresma y que dan paso a la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
El Papa ha reivindicado de esta manera la gracia del sacerdocio y ha hecho un homenaje a los sacerdotes que han muerto en primera línea cuidando a enfermos de COVID-19. «Sacerdotes que ofrecen la vida por el Señor, que son siervos, estos días han muerto más de 60 sacerdotes mientras atendían a los enfermos. Como los médicos y los enfermeros son santos de la puerta de al lado» , ha señalado el pontífice desde el altar de la Cátedra en la basílica de San Pedro.
«Quiero estar cerca hoy de los sacerdotes. De todos ellos. Desde el que acaba de ser ordenado, hasta el Papa. Todos somos sacerdotes. Estamos ungidos del señor para hacer la eucaristía y para servir», ha especificado.
Durante la celebración, estaba presente el Crucifijo de la Iglesia de San Marcello al Corso, denominado de la ‘Gran Peste’ porque fue llevado en procesión por los barrios de Roma durante esta epidemia. Se trata del mismo crucifijo ante el que rezó el Santo Padre el pasado 16 de marzo cuando salió del Vaticano saltándose la cuarentena que fue trasladado a la plaza de San Pedro el pasado viernes 27 para la oración y bendición Urbi et Orbi en la que volvió a pedir el fin de la pandemia.
En el altar también han colocado la imagen de la Virgen Salus populi Romani, cuyo icono se guarda y se venera en la Basílica de Santa María la Mayor.
A la misa, no ha asistido ningún feligrés por la disposición del confinamiento obligatorio como prevención del coronavirus. Sin embargo, se ha visto a varios sacerdotes sentados en los bancos de la Basílica de San Pedro respetando la distancia de un metro y medio de seguridad entre ellos. La Eucaristía ha sido retransmitida en directo por la Santa Sede a través de Internet, como ocurrirá con el resto de las ceremonias de Semana Santa.
A causa de la emergencia sanitaria se ha anulado la tradicional misa crismal que el Pontífice concelebra con los sacerdotes de la diócesis de Roma y en la que se consagra el santo crisma y se bendicen los óleos que se utilizarán en los bautismos, unciones de enfermos, confirmaciones, entre otras celebraciones, durante el resto del año litúrgico.
Según anunció el Vaticano, la celebración se ha pospuesto para evitar el avance del contagio del coronavirus hasta que la crisis haya terminado. A este respecto, el Papa ha aclarado que su intención es celebrarla ante de Pentecostés, es decir, antes del 31 de mayo, y si no es posible se aplazará hasta el año que viene. También se ha cancelado el rito del lavado de los pies que Francisco ha convertido en una de las señas más simbólicas de su pontificado.
Así, Francisco ha querido convertir la homilía improvisada de Jueves Santo en el altar de la Basílica de San Pedro en un homenaje a los sacerdotes. «Doy gracias a Dios por vosotros. Jesús os quiere».
A ellos les ha pedido que sean «generosos» en el perdón incluso cuando tienen «dudas». «Os digo una cosa solo: no seáis testarudos como Pedro. Dejaos lavar los pies por el Señor. Él es vuestro siervo, está a vuestro lado para daros fuerza. Sed grandes perdonadores'», ha pedido.
Por ello, les ha dejado claro que en los momentos de duda, deben mirar «a Cristo» porque «ahí está el perdón de todos». «No tengáis miedo de perdonar (…) Sed valientes y arriesgad para perdonar y consolar. Si no podéis dar un perdón sacramental en ese momento, al menos dad la consolación de un hermano que acompaña», ha instado.
Por otro lado, el Papa ha recordado también a los «sacerdotes que sufren alguna crisis y no saben qué hacer, que están en la oscuridad». «Hoy todos vosotros, hermanos sacerdotes, estáis conmigo en el altar», ha concluido.