Los Anticapitalistas han verbalizado lo que llevan rumiando desde hace tres años y Urban no se presentará a la III Asamblea Ciudadana de Podemos. Esta matriz morada, corriente minoritaria de IU durante una década y formación minúscula en solitario, quiere articular una especie de grupo confederal ibérico.
Esta colección de siglas tendría en común tres asuntos: una doctrina económica y cultural marxista, la defensa de la República y la apuesta por la libertad de los pueblos a decidir su futuro por vías democráticas.
Anticapis asegura que «las decisiones tomadas por Podemos durante los últimos meses indican un rumbo que no compartimos. La entrada de cinco ministros de UP a un gobierno progresista-neoliberal hegemonizado por el PSOE, en el que ese partido controla los principales resortes del poder, lejos de debilitar al actual régimen político, suponen integrarse en el mismo y considerar su gestión como el único horizonte posible».
«No compartimos tampoco la política de pacto y consenso social, que renuncia a confrontar con los grandes poderes económicos»
«Nuestra propuesta de pactar la investidura con el PSOE y pasar a la oposición para seguir luchando por construir un proyecto que articulase una mayoría constituyente ha quedado descartada por el Podemos actualmente existente. No compartimos tampoco la política de pacto y consenso social, que renuncia a confrontar con los grandes poderes económicos», añaden.
SE CAE LA ‘OPERACIÓN TERESA’
Miguel Urban, en plena tourné promocional de un libro sobre Vox, pretendía aprovechar la proyección mediática que han ganado los Anticapis durante los últimos seis años para lanzar una nueva fuerza estatal con la ayuda de las CUP, que a diferencia de partidos como EH Bildu, ERC o el BNG no ha apostado por el pactismo del mal menor con el PSOE.
El problema es que Teresa Rodríguez ha desechado la oferta porque pretende refundar Adelante Andalucía, convertirla en una especie de ‘comunes a la andaluza’ y coaligarse con Podemos tanto en las elecciones andaluzas como en las municipales, como en Cádiz, donde gobierna su pareja, el ‘Kichi’.
A Urban le quedan escasas cartas: las CUP catalanas estarían dispuestas a coaligarse con un partido estatal como Anticapis, que también tendría apoyos residuales como la Izquierda Castellana o los trotskistas de la CRT.
LA BAZA REPUBLICANA DE URBAN
Los criticados aplausos de Pablo Iglesias a Felipe VI y la negativa de Podemos a que se investiguen los vínculos del monarca con la tiranía de Arabia Saudí pueden ser las mejores bazas para el nuevo proyecto estatal de Urban, que no tiene intención a dejar el escaño que obtuvo dentro de la lista de Unidas Podemos.
Anticapis dice que tratará «de impulsar un nuevo ciclo de luchas que evite el vaciamiento de la calle: en el 8 de marzo para que haya avances feministas, exigir la derogación de las reformas laborales, la regulación de los alquileres, cerrar los CIEs, prohibir los despidos en empresas con beneficios, parar los desahucios y romper con el artículo 135 de la Constitución».
Urban asegura que no irá a las primarias moradas porque «la Asamblea Ciudadana aparece como una mera ratificación de su dirección y de la estrategia adoptada de subalternización al PSOE», enemigo de Iglesias durante más de un lustro.
URBAN SE FIJA EN LA LCR
El PSOE, el PCE, Izquierda Unida o Podemos tan solo han avalado el derecho de libre autodeterminación de los pueblos cuando han sido residuales o ilegales. Y Anticapis quiere acabar con esta anomalía de la izquierda española.
Urban, que tiene como uno de sus modelos a la extinta Liga Comunista Revolucionaria (‘abuela’ de Anticapitalistas que pidió el voto en las europeas para HB a finales de los ochenta), pretende convertirse en el ‘actor castellano’ de la alianza republicana que ha surgido en el Congreso entre ERC, EH Bildu, CUP, BNG y Junts per Catalunya.
Estas fuerzas aseguraron el mes pasado que «la sociedad catalana, vasca y gallega rechazan mayoritariamente la figura de una institución anacrónica heredera del franquismo que se sustenta en el objetivo de mantener e imponer la unidad de España y sus leyes, negando así los derechos civiles, políticos y nacionales que asisten a nuestras ciudadanías y nuestros pueblos».
«En el camino democrático hacia la libertad que aspiramos, el Rey no es un interlocutor válido para nosotras y nosotros. Ni tiene la legitimidad de nuestros pueblos, ni le reconocemos ninguna función política», añaden.
AUTORITARISMO
Los partidos independentistas aseguraron que el papel de Felipe VI «con nuestras naciones no ha sido otro que el de intentar imponer proyectos y valores antidemocráticos, como quedó demostrado en el discurso autoritario pronunciado el 3 de octubre».
«La Monarquía Española es un estamento que no responde a los valores republicanos de libertad, igualdad y democracia que tanto los ciudadanos y ciudadanas de nuestros pueblos como las mayorías sociales del estado anhelan«, añadían.