Miguel Ángel Revilla es un corcho político capaz de defender la pervivencia del franquismo centralista en 1973 desde su papel en el Sindicato Vertical a fundar tres años después la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria, lobby que consiguió que Santander se desgajase de Castilla y matriz folclórica del PRC.
Han pasado 42 años desde que naciese el PRC y Revilla sigue ahí: por aquel entonces tenía lazos sentimentales con el PNV, que apoyaba ‘la causa cántabra’, y en 2008 fue capaz de relacionar al PNV con un atentado de ETA en Santoña.
A Revilla nadie le pasa factura porque en Madrid saben que es un showman político cuya ideología queda siempre supeditada a sus intereses, que no a su tierra. El locutor Walter García asegura que la estrella de ‘Mi casa es la tuya’, ‘El hormiguero’ y ‘La Sexta Noche’ es «el mayor estafador social de España».
Y quizás esta acusación sea demasiado grave para utilizarse ante un personaje como Revilla, capaz de firmar el ‘Nadie es más que nadie’ y matar por salir en la foto con el rey o con el presidente del Gobierno de turno.
LA INVESTIDURA LE PASA FACTURA A REVILLA
Cuenta Diario 16 que el Santander habría «influido en la decisión del PRC de votar en contra de la investidura de Pedro Sánchez y de la conformación de un gobierno progresista. Las mismas fuentes indican que, supuestamente, los representantes del Santander pudieron haber llegado, incluso, a poner encima de la mesa el cambio del domicilio social del banco a Madrid.
El mismo digital, muy crítico con Ana Botín, asegura que «el poder de las dictaduras privadas del capital es tan grande que ya son capaces de influir en la estrategia de un partido e, incluso, en las relaciones que pudiera tener una formación que gobierna una comunidad autónoma con el gobierno central».
Jesús Cintora, íntimo de Revilla, no ayudó a su amigo y apuntó a que una teoría parecida deslizaban desde el PSOE, atónitos ante el cambio del presidente autonómico, que pasó de ser el único apoyo de Pedro Sánchez en la investidura a sumarse al coro liderado por el PP contra ERC.
PRESIONES
Revilla se sentó emocionado en ‘La Sexta Noche’ cual mártir y estalló: «Esto de las presiones ha sido terrible. Me ha dolido, porque eso supone no conocerme, quien me conozca a mí, Iñaki (López), te lo digo de verdad. Joder, tendré pocas virtudes. Pero me cago en diez, a mí no me presiona ni dios si creo en algo. Pero vamos, ni la sexta flota americana. Y lo sabe mucha gente, gente aquí de La Sexta.
«Hay un gran dirigente del PSOE, de los cuatro, de los tres, de los dos, que incluso me lo ha mandado por escrito: esto ha corrido por ahí, espero que tal, que la que ha tomado esta decisión…. La señora Botín, que yo sepa, ha estado en Groenlandia. Y esta señora es incapaz de presionar a nadie y menos a mí, que me conoce de toda la vida. Se dedica a ganar dinero en el banco y en Cantabria a hacer muchísimas obras filantrópicas», añadió.
CAMBIO DE AMIGOS PARA REVILLA
Revilla increpó en septiembre a un ciudadano cántabro que insultó a Sánchez, pero cuatro meses después no se ha cortado a la hora de poner en un aprieto a los socialistas tanto en Madrid como en Santander.
El presidente cántabro ya demostró idénticas fidelidades anteriormente: en 2015 aplaudía el regeneracionismo que proponía Pablo Iglesias y cuando Podemos comenzó a caer en las encuestas él lideró las críticas.
Algo parecido hizo con Albert Rivera, al que mimó en un programa que tuvo en Cuatro, ‘Este país merece la pena’. Cuando Ciudadanos se despeñó el 10-N, Revilla fue el primero en linchar al líder naranja.
Pero esto es un clásico en su currículum: es capaz de ser un gerifalte del Sindicato Vertical y desplegar un discurso antifranquista, de haber sido por dos veces vicepresidente de un Gobierno liderado por el PP y cargar contra Génova 13 y de sumarse al coro contra Zapatero tras haber ido a apoyar uno de sus mítines.
LAS INVERSIONES PASAN A UN SEGUNDO PLANO
Miguel Ángel Revilla fracasó en 2011 en su intención de conseguir un escaño en Madrid, pero al final lo logró a través de su amigo José María Mazón en 2019. El presidente aseguró que quería tener «el voto canario» para conseguir infraestructuras para Cantabria.
Pero la teoría le ha durado poco: a pesar de que el PSOE le apoya en Santander, el PRC rompió su acuerdo con los socialistas, que les seguían prometiendo inversiones, porque Revilla se asustó ante el acuerdo de Sánchez con ERC.
Este hecho demuestra que, incluso hasta para los regionalistas, una vaga duda sobre la unidad de España está por encima de los intereses de su tierra. Revilla, que ni siquiera llamó al PSOE para preguntar por el pacto, prefirió enfadarse ante las cámaras e intentar darse un nuevo baño de gloria que, esta vez, ha conseguido que el corcho naufrague.