Octubre ha sido un mes negro para el PSOE. Los cantos de sirena que sedujeron al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para lanzarse de cabeza a unas nuevas elecciones se han vuelto en su contra. Los disturbios que han asolado Cataluña tras la sentencia que condena a los líderes del procés le han pasado factura a Sánchez, tal y como pronostican los sondeos. Ahora, Bruselas ha abroncado al Ejecutivo por el riesgo a que no cumpla el objetivo de déficit. Y por si fuera poco, aún queda por publicarse el dato del número de inscritos en los servicios de empleo. Desde el PSOE dan por hecho que será negativo tras los malos resultados que ya ha ofrecido la Encuesta de Población Activa.
La Comisión Europea ha dado otra estocada al Gobierno a poco más de dos semanas de las elecciones. Bruselas ha enviado este martes una carta al Ministerio de Economía en el que dan un tirón de orejas al Ejecutivo por existir «riesgo de una desviación significativa» en los objetivos de déficit fijados para este año y el que viene. A su vez, la Comisión Europea pide que cuanto antes revisen esos objetivos y los actualicen a unos más realistas. Sin embargo, el Gobierno sigue en funciones. Por esta razón, Bruselas pide celeridad y que se elaboren unos Presupuestos Generales del Estado sólidos que salven esa «desviación».
La carta está firmada por el vicepresidente de la Comisión Valdis Dombrovskis y el comisario Pierre Moscovici. En ella, le recuerdan al Gobierno de España que el borrador del que disponen contempla aumentar el gasto público al 3,8%, cuando las exigencias de la Comisión Europea dejaban bien claro que el país no debía exceder el 0.9%. Lo que supone una diferencia más que notable. Este tirón de orejas también señala los programas electorales de las formaciones progresistas. Ya que, además de ser quienes más opciones tienen de gobernar, los textos hablan de aumentar el gasto social de forma considerable (además de la recaudación).
El Gobierno no solo afronta una revisión de las cifras que se mandan a Europa. Además de reconocer que el crecimiento de España será menor del esperado y de asumir que el gasto público tendrá que reducirse (y, por tanto, también la ambición de sus promesas electorales), Sánchez debe resistir un golpe más que condicionará completamente las elecciones. El día 5 de noviembre se conocerá el dato del paro. Esta cifra no será buena. O al menos ningún partido así lo espera. Ya que el número de desempleados aumentará considerablemente, constatando aún más el periodo de desaceleración económica que afronta España.
El PSOE es consciente de que todos los datos económicos van en su contra. Por este motivo, han decidido que el único debate electoral se televise el día 4, y no el 5, justo cuando se publican los datos del paro. El único golpe de efecto que le queda a los socialistas es la exhumación del dictador Francisco Franco. Sin embargo, parece insuficiente, ya que los sondeos apuntan a que el PSOE perderá diputados en el Congreso.
Al mismo tiempo, los socialistas afrontan las primeras encuestas negativas, motivadas en parte por cómo ha gestionado Sánchez el conflicto catalán. Miles de manifestantes y centenares de independentistas y antisistema radicales salieron a las calles a raíz de que se publicara la sentencia que condena a los líderes del procés a penas de prisión de entre nueve y trece años. Las llamas se hicieron con muchas calles. Y la consigna de Sánchez fue la proporcionalidad.
Los sondeos han aupado al líder del PP, Pablo Casado, a acariciar una habitación en el Palacio de La Moncloa. Eso sí, con el apoyo, primero, de un Vox más que reforzado por el desafío independentista y, segundo, de un Ciudadanos completamente hundido en las urnas. De hecho, Casado, consciente de que la situación económica no está precisamente boyante, ha centrado su estrategia electoral en azuzar el fantasma de la crisis (al igual que otros candidatos, como el de Más País, Íñigo Errejón) para alimentar el cliché que dicta que los políticos de derechas son mejores gestores de la economía que los progresistas.
El PSOE había afrontado las elecciones con viento de cola. Todo iba a su favor. Unidas Podemos perdía, Ciudadanos caía aún más, y la victoria de los socialistas sería aún más contundente de lo esperado; dejando al PP en un segundo puesto visiblemente alejado del podio sobre el que se erigiría Sánchez. Pero en pocos días, la campaña de Sánchez se ha reducido a la exhumación de los restos de Franco. Una decisión que ya ha criticado incluso su rival Pablo Iglesias por considerarlo «electoralista».