Alonso, Sémper, Maroto y Oyarzábal pertenecen a esa rama liberal del PP vasco: menos frentistas, menos patriotas y menos identificados con María San Gil. Ellos cuatro ganaron posiciones dentro del partido cuando Mariano Rajoy dejó que tumbasen a los ‘herederos’ de Goyo Ordóñez.
Llegó al frente del PP vasco Antonio Basagoiti, que asesorado por Iván Redondo contribuyó a echar en 2009 al PNV de Ajuria Enea con la inestimable ayuda de una Ley de Partidos que dejaba fuera de las urnas a la izquierda abertzale.
El cuarteto unió fuerzas y vio con simpatía el relevo continuista de un hastiado Basagoiti por Arantza Quiroga, que no tuvo más remedio que dimitir en 2015 cuando la cercanía entre el PP vasco y EH Bildu comenzó a molestar a Génova 13.
Los cuatro, Alonso, Sémper, Maroto y Oyarzábal, tuvieron fortuna durante el marianismo, que promovió la evolución en el PP vasco mientras locutores como Jiménez Losantos los atacaban y el aguirrismo arropaba con dinero de los madrileños a Abascal y compañía.
LOS CHICOS DE RAMÓN RABANEDA
Ramón Rabanera es el padre político de Alonso o Maroto, que alcanzaron la alcaldía de Vitoria con mensajes menos identitarios que el de sus cuates en Vizcaya o Gipuzkoa. Pero dos hechos han golpeado al PP vasco: el triunfo en las primarias de Pablo Casado, que curiosamente tenía como mano derecha a Maroto (que cambió de bando en Madrid), y el divorcio entre Alonso y Casado.
Alonso y Sémper le reprocharon a Casado que no integrasen al equipo de Soraya Sáenz de Santamaría y cuando el PP se hundió el 28-A, de 137 a 66 escaños, los populares vascos pidieron mesura a Génova 13.
Desde Madrid retaron a Vitoria porque sus resultados eran aun peores. Alonso pidió un viaje al centro y Casado lo tomó, pero tras salvar el cuello en las autonómicas madrileñas ha escogido a la vehemente Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz del Congreso.
EL PREMIO DE CONSOLACIÓN DE MAROTO
Pablo Casado sacrificó a Javier Maroto y lo culpó de la debacle del 28-A. El exalcalde de Vitoria tuvo al menos un premio de consolación: el acta de senador por Castilla y León, pirueta a la que accedió tras empadronarse en el despoblado Sotosalbos (Segovia) para entrar en la Cámara Alta convertida en un cementerio de elefantes del marianismo.
Maroto ha escogido centrarse durante cuatro años como portavoz del Senado, pero para evitar diretes se ha integrado en la política castellano-leonesa: participa en las reuniones de la dirección provincial del PP de Segovia y acude a los actos del presidente autonómico Alfonso Fernández Mañueco.
Pero antes de aceptar la pintoresca oferta hubo otra que se estudió sobre la mesa: el liderazgo del PP vasco. Cierto es que Teodoro García Egea no es partidario de dar golpes casadistas en las comunidades autónomas: de hecho ha logrado desalojar a Asier Antona de Canarias y a Mercedes Fernández en Asturias con premios en Madrid. Faltan todavía Cantabria o Aragón…
HAY PAZ ENTRE CASADO Y ALONSO
Cayetana Álvarez de Toledo acusó al PP vasco de «tibieza» y de «contemporizar» frente al nacionalismo vasco. Y llegó la guerra: Alonso la tildó de «extranjera» y Borja Sémper, tras esconder las siglas populares en Donosti, la acusó de pisar «mullidas moquetas» mientras él se jugaba la vida.
Los tambores de guerra se acrecentaban: desde Génova 13 exigían estudiar el proyecto País Vasco Suma para desagrado de Alonso, que lanzó desganadas ofertas a Ciudadanos y a Vox, con los que dice no sintonizar por antifueristas, Rivera, y antiautonomistas, Abascal.
Finalmente entre Génova 13 y el PP vasco no habrá batalla campal: la Convención liderada por Alonso tuvo un tono conciliador y Casado ha apostado por un acuerdo para cerrar las listas de las generales.
El PP vasco apostará por sacar el escaño por Álava que a Maroto se le escapó hace cinco meses por menos de 400 votos. Iñaki Oyarzábal, frustrado en las Juntas Generales, es el favorito para Alonso, que no se habla con los líderes impuestos por Génova 13 en Gipuzkoa y Vizcaya para el 28-A.
Alonso espera que no repitan Íñigo Arcauz, íntimo de Casado y enfadado con Sémper desde hace años, y Beatriz Fanjul, que ha criticado en público la deriva del PP vasco. En definitiva, un culebrón repleto de rencillas… y algunas empresas.
CAYETANA, LA GRAN ENEMIGA
Tras la Convención del PP vasco Oyarzábal no se cortó: «Estamos convencidos de que Álvarez de Toledo habrá tomado muy buena nota de lo que pensamos y de lo que sentimos; y seguramente habrá empezado a analizar muy bien lo que significa la foralidad vasca y su entronque con la Constitución».
Alonso ha sido más moderado en una entrevista publicada en ABC: «Yo ya no pienso más en eso, fue un accidente en el camino. El PP vasco está al servicio del proyecto nacional y vamos a trabajar para que Casado sea presidente. Sabemos que tiene sensibilidad territorial y creo que conoce cuál es su papel, que es el de amparar y proteger a las organizaciones territoriales. Es lo que ha hecho».
Esta semana Alonso aplaudía en Madrid el discurso preelectoral de Casado: «He visto madurez, un discurso centrado y con capacidad de unir a la gente. El presidente de los populares vascos también dejó claro que Ciudadanos no cree un pacto con ellos, pero él no parece estar demasiado cómodo con un ‘partido fantasma’ en Euskadi, Cs, y con un partido que él define como «nacionalista», Vox.