Todavía no ha comenzado oficialmente la campaña electoral del 10-N (ni siquiera hay una convocatoria de elecciones cerrada), pero los principales líderes políticos ya están descubriendo cuáles serán sus estrategias para conseguir más apoyos en las generales. Y el caso del PSOE es el más claro: Sánchez utilizará a Cataluña como señuelo para captar a los votantes más indecisos de Ciudadanos.
El presidente en funciones ya ha comenzado a endurecer su mensaje, tanto en lo relacionado con el tema catalán, como con los partidos independentistas. A pesar de que ellos fueron de los pocos que le dieron su respaldo para ser investido. Sánchez sabe que es más difícil recabar votos desde Unidas Podemos. Por ello, intentará afianzar su victoria apelando al millón de votantes progresistas perdidos en favor de la formación de Albert Rivera.
El discurso de Sánchez buscará acercarse más a un planteamiento centrista, ya que sabe que no podrá conseguir los apoyos que espera recabar más a su izquierda. El objetivo del PSOE será intentar volver al bipartidismo imperfecto, como lo definió la vicepresidenta Carmen Calvo. Y la manera más rápida de hacerlo es anulando, en la medida de lo posible, a Ciudadanos que es el peor parado según las encuestas.
SÁNCHEZ, IMPLACABLE CON CATALUÑA
La contundencia repentina de Sánchez con el tema catalán sorprendió a todos en el Congreso. Tan solo un día después de conocerse que el Rey no había designado candidato a la investidura, el presidente en funciones arremetía con dureza contra el líder de Esquerra Republicana, Gabriel Rufián, durante su intervención en el Congreso. Un comportamiento que parece acercarse a un discurso más propio de Ciudadanos, que de los socialistas.
El líder del PSOE recordó a Rufián que “no tenían nada en común” y que no dudaría en aplicar “cualquier artículo de la Constitución para defenderla” en caso de que la Generalitat de Cataluña llevara a cabo “cualquier intento de violentar el Estatuto o la Constitución”. El presidente del Gobierno también recordó que si hay un partido constitucionalista en este país “es el Partido Socialista Obrero Español”, algo que provocó risas en la bancada de Ciudadanos.
El distanciamiento de Sánchez con ERC no solo se vio en su intención de aplicar el 155 si fuera necesario, sino que también se constató tras las críticas que lanzó directamente contra la formación independentista. “Me ha resultado llamativo que un partido que se dice de izquierdas defienda la independencia de un territorio rico porque dice que paga mucho dinero al resto de territorios de España”, criticó. Por su parte, Rufián ha lamentado que “en la campaña nos encontraremos al Sánchez del 155”.
La situación vivida en la Cámara es muy diferente a la que se vio el pasado julio. En ese momento, un comedido Sánchez agradecía al portavoz de ERC su apoyo “a cambio de nada”. De igual forma, la actitud de Rufián durante las negociaciones con Unidas Podemos se ha inclinado más por defender la posición de los socialistas, reprochando a Pablo Iglesias sus pretensiones por conseguir ministerios.
“NO TIENE CABIDA UN REFERÉNDUM DE AUTODETERMINACIÓN”
Las referencias de Sánchez al conflicto de Cataluña se han ido acentuando con el transcurso de las negociaciones. Y eso se notó en las 370 propuestas que el presidente presentó a Iglesias con el objetivo de que este apoyara “un gobierno progresista”. Con la incorporación del tema catalán al documento, el presidente se alejaba aún más de Unidas Podemos, pero conectaba directamente con los votantes de Ciudadanos.
“No tiene cabida un referéndum de autodeterminación que el Tribunal Constitucional ha considerado contrario a la Constitución y que, desde una perspectiva política, provoca la quiebra de la sociedad”, rezaba el documento. Sánchez conoce a la perfección que a Rivera le ha funcionado muy bien su mensaje contra el independentismo y quiere dejar claro a los votantes más progresistas de Ciudadanos que el PSOE será implacable con cualquier acto que intente vulnerar a la Constitución.
RIVERA, DAÑADO POR LAS ENCUESTAS Y SU GIRO A LA DERECHA
A Rivera le ha salido mal la estrategia. Su ambición en las pasadas elecciones era quitar votos a su derecha y a su izquierda, y así lo hizo. Aunque su posterior política de pactos y su veto a los socialistas le acercaron cada vez más a la derecha. Su aproximación a Vox en algunos territorios, en los que ha necesitado su apoyo para gobernar, han dañado seriamente su imagen de centro-liberal.
Las múltiples salidas de dirigentes naranjas, motivados por este cambio ideológico, y sus arriesgadas decisiones le han valido ser el partido que más riesgo tiene de caer el próximo 10-N. Varios sondeos auguraban a principios de mes que Rivera sería el que más escaños perdería, pudiendo disminuir hasta en 20 parlamentarios.
Ahora ha sido el reciente barómetro del CIS el que ha revelado que tan solo un 45 % de los votantes de Ciudadanos volvería a hacerlo en noviembre, mientras que el resto de grandes partidos nacionales alcanza el 70 %. Unos preocupantes datos para Rivera que ya se prepara para una campaña electoral cargada de tensión y rivalidad constante con el PSOE.