sábado, 14 diciembre 2024

Ana Julia acabó con la vida de Gabriel cuando la psicóloga le pidió a su padre que pasará más tiempo con él

Cuando Gabriel Cruz perdió la vida a manos de Ana Julia Quezada, el menor estaba pasando por un momento crítico en su niñez, lo que, de alguna manera, pudo tener un peso importante en su propia muerte: la adaptación a la nueva pareja de su padre Ángel.

Según ha asegurado Francisco Martín, psicólogo de la madre, era un niño «muy noble, cariñoso, que no quería preocupar a sus padres». Sin embargo, el niño no llevaba bien la nueva relación de su padre, sobre todo la convivencia con Ana Julia. El niño se sentía «abandonado» y desplazado por la pareja de su padre.

Precisamente, este sentimiento del menor fue lo que llevó a la psicóloga del niño a prescribir a Ángel que pasase más tiempo con su hijo, y que fuera tiempo «de mayor calidad». En estas circunstancias estaban cuando ocurrió el crimen, un padre muy preocupado por su hijo que volcaba su atención y tiempo en el pequeño.

De esta manera, la pareja del padre y el niño competían de alguna manera por el tiempo y el cariño de Ángel. Los investigadores también sospechan que Ana Julia también competía por su dinero.

Ángel conoció a Ana Julia en la Nochevieja de 2016 a 2017 y, tan solo una semana después, la mujer conoció a Gabriel. Por aquel entonces, la mujer de origen dominicano salía de una relación recientemente finalizada con Sergio Melguizo. El vínculo entre Ángel y Ana Julia creció rápidamente y en noviembre de 2017 iniciaron la convivencia, y con ellos el niño fruto de la relación con Patricia Ramírez, de la que se había separado cuando el pequeño tenía cinco años.

PEQUEÑO TERREMOTO EN LA VIDA DE GABRIEL

Los psicólogos cercanos al caso aseguran que la llegada de Ana Julia fue un pequeño terremoto en la vida del niño. Esto se debió a que, aunque desde el comienzo de la separación de sus padre vivía con su madre en Almería capital, pasaba suficiente tiempo a la semana con su padre. De hecho, estaba con él fines de semanas alternos y las tardes de los martes y jueves cada semana. En esta última, el niño estaba con su progenitor, aunque en la primera era Ana Julia desde su llegada la que se encargaba de Gabriel.

La presencia del menor limitaba a la pareja, como suele ocurrir en muchas relaciones. De hecho, el otoño pasado, Ángel y su nueva pareja habían tenido que abortar un viaje porque no había encontrado quién se podría encargar de Gabriel esa semana de ausencia. Con todos los condicionantes, la convivencia entre Ángel y Ana Julia comenzó en Vícar, a 25 kilómetros del domicilio de la madre del menor, en noviembre de 2017.

SENTÍA DESATENCIÓN POR PARTE DE SU PADRE

La situación se complicó para el menor, que según su madre, Patricia, empezó a haber «pequeñas, ligeras alteraciones» en el comportamiento de Gabriel. La psicóloga que había comenzado a seguir al niño tras la separación de sus padres también lo notó. Su diagnóstico fue que la llegada de Ana Julia a Vícar y cómo acaparaba a Ángel estaban provocando en el menor un sentimiento de «abandono, de desatención y de desafección» por parte de su padre.

Por este motivo, recomendó al padre del niño pasar más tiempo y de calidad con su hijo, sin Ana Julia. El niño, según los psicólogos, era «especialmente sensible, nunca pretendía hacer daño, lo guardaba todo para él».

En su relato, la autora confesa del crimen aseguró que el pequeño le gritó: «Tú no mandas sobre mí, vete a tu país, no quiero que estés con mi padre, quiero que mi padre esté con mi madre, eres una negra fea». 

La acusación sostiene la teoría de que Ana Julia se pudo quitar a Gabriel de en medio, al igual que podría haber hecho con su hija Ridelca. Esta se cayó por una ventana en Burgos tres meses después de llegar a España. «¿No queríais Pescaíto? Pues vais a tener Pescaíto, mis cojones» espetó la homicida al cadáver de Gabriel mientras lo llevaba en su maletero.

Tras cinco relaciones fallidas y finalizadas en España, Ana Julia, de 45 años, había logrado una estabilidad con Ángel Cruz. De hecho, ya habían hablado, según ella, de planes de boda. Solo la presencia de Gabriel y su cuidado era lo que se interponía entre ambos.

Ana Julia Quezada fue la autora de la muerte de Gabriel Cruz
Ana Julia Quezada a su traslado a la Audiencia Provincial de Almería este jueves.

HABÍA SANGRE DE GABRIEL EN SU ROPA INTERIOR, EL COCHE DE ANA JULIA Y LA VIVIENDA

Los guardias que sacaron el cuerpo del niño del maletero del coche de Ana Julia Quezada declararon este viernes en el juicio que está teniendo lugar en la Audiencia Provincial de Almería.

De acuerdo a su testimonio, el cadáver se encontraba en el suelo del maletero, envuelto con una toalla, con la cara llena de barro y encajado porque no cabía bien el cuerpo.

Sin embargo, los peritos no solo encontraron sangre de Gabriel en el maletero, sino también en un asiento del vehículo, en el faro y en la ropa interior que la autora del crimen arrojó en el contenedor. También se encontró en el jardín, en el interior de la casa, en la cabeza del hacha y en la tumba de 10 centímetros de profundidad que excavó.

Con este testimonio gana fuerza la idea de que no solo asfixió al niño, sino que lo mató con ensañamiento. «Cada día determina más su responsabilidad alevosa y premeditada«, manifiesta el letrado de la acusación.

ANA JULIA TARDÓ TRES HORAS EN ABANDONAR LA FINCA EN LA QUE COMETIÓ EL CRIMEN

Ana Julia Quezada, acusada por el asesinato de Gabriel Cruz, permaneció en la finca de Rodalquilar (Almería), en la que el 27 de febrero de 2018 acabó con la vida del niño, durante tres horas. Dos agentes de la Guardia Civil así lo han confirmado.

De acuerdo con su testimonio, la acusada permaneció en la finca entre las cuatro y las siete de la tarde. Además, otros dos agentes, encargados de la inspección ocular del vehículo, han explicado lo que se encontraron en el interior del mismo. En él se hallaba un pañuelo de papel usado, guantes negros, un cubo de fregona y una mochila con varios juegos de llaves. Además, estaba la parte superior de una llave partida y medicinas.

Por su parte, los encargados de la inspección de la finca de Rodalquilar indicaron que encontraron un martillo en la parte contraria a la alberca junto a la que fue enterrado Gabriel. Además había un hacha apoyada en un muro y una mancha de sangre en el marco de aluminio de la puerta que daba al jardín.

LA BÚSQUEDA DE GABRIEL COSTÓ MÁS DE 200.000 EUROS

El coronel jefe de la Comandancia de Almería, Arturo Prieto Bozec, habló del costó de la búsqueda del menor. En una valoración de «mínimos», el costo total fue de 200.203,38 euros.

El mismo viene determinado por la «implicación de un montón de unidades diferentes, con circunstancias de búsqueda». Además, Bozec ha recalcado que «el hecho de ser un niño y tener movimientos más imprevisibles, implica más personal, y más tiempo implica más personal también».

Este informe es sobre «mínimos y en base a cantidades fácilmente justificables«. Sin embargo, asegura que habría otros conceptos que se podrían contemplar, aunque serían difíciles de cuantificar. En el informe se ha tenido en cuenta el tiempo invertido por el personal a razón de una jornada laboral de siete horas y media.

También se han tenido en cuenta los gastos de manutención y alojamiento de cada guardia y las indemnizaciones por servicios. Asimismo se reflejan los gastos de cuadras y perreras para los canes y caballos.

No obstante, no se han tenido en cuenta el lucro cesante ni la posible pérdida de seguridad en la zona por centrarse en la búsqueda.