Pedro Sánchez comentó el jueves que era el momento de partir al inicio y explorar de nuevo todos los caminos. Una frase en la que incluyó a Unidas Podemos, con la opción aún de buscar ese acuerdo, ya sin las prisas de la investidura como en los últimos días. Sin embargo, Carmen Calvo ha rechazado este viernes que vaya a producirse un gobierno de coalición, e insiste en la primera idea que mantuvo el PSOE: gobernar en minoría.
EL PSOE DESCARTA LA COALICIÓN
La relación entre PSOE y Unidas Podemos se ha marchitado. Por la insistencia de unos en no ceder demasiadas competencias, y por la exigencia de los otros en ocupar un espacio que no les corresponde. La opción de un gobierno de coalición de izquierdas, la vía más factible (con la abstención de los independentistas) ya no existe. La formación socialista ha vuelto a su primera idea, y quizás la única que ha mantenido tras ganar con holgura los comicios del 28 de abril y del 26 de mayo: apoyarse en PP y Ciudadanos.
De las palabras de Carmen Calvo se entiende que no volverá a haber negociaciones de puestos en la Ejecutiva, aunque sí pedirán que Unidas Podemos facilite la investidura de Sánchez, en esta ocasión con el único propósito de evitar nuevas elecciones. De hecho, la vicepresidenta en funciones ha reclamado, tras el fracaso de la investidura de Sánchez, que ahora son los partidos de la oposición los que tienen que mover piezas y asumir responsabilidades.
PP Y CIUDADANOS DECIDIRÁN
El PSOE ha jugado con los tiempos, con el riesgo y con el temor a unas nuevas elecciones que difícilmente cambiarían el panorama en España. Los acuerdos son necesarios y, tras el intento fallido, ahora la formación socialista busca responsabilizar a la derecha del desastre que supondría hacer votar de nuevo a los españoles, en un año precisamente cargado de procesos electorales.
La fe que Sánchez tenía en Ciudadanos se ha apagado con el veto de Rivera. Una apuesta fuerte del líder de la formación naranja, incomprensible para muchos miembros de su partido que han anunciado su dimisión y han evidenciado la fractura interna. En un ejercicio de responsabilidad de partido constitucionalista, podría variar su postura, aunque no parece algo factible en estos momentos, tras la dureza transmitida por Rivera en el discurso de investidura de Sánchez.
Quizás el PP podría devolver ese gesto que Sánchez se negó a realizar, pero que sí tuvo el PSOE al abstenerse. Los populares sostienen que no entregarán «un cheque en blanco», lo cual sugiere que sí están abiertos a hablar y a proponer, y que no muestran una negativa total como la de Ciudadanos en estos momentos. Sea como fuere, el PSOE se ampara en ellos para sacar adelante la investidura de Sánchez.