Las múltiples reuniones que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han mantenido estas semanas no han servido para acercar posturas. El transcurso del tiempo ha evidenciado la falta de entendimiento entre las dos izquierdas en un panorama donde la mayoría da, aunque se requiera la ayuda de los partidos independentistas. El escenario aboca al menos a una segunda votación. Los líderes de PSOE y Unidas Podemos se echan la culpa del fracaso en las negociaciones para ganar su pulso particular en unas hipotéticas segundas elecciones.
PODEMOS, LA VÍA MÁS FACTIBLE DE SÁNCHEZ
Ante sus militantes, en esa noche eufórica del PSOE el 28 de abril, Sánchez mostró su predisposición a “hablar con todas las fuerzas políticas”. Pero el “con Rivera no” de sus militantes y el fuerte veto del propio líder de Ciudadanos le han dejado, por el momento, sin una mayoría más fácil que no requería el apoyo de formaciones como Bildu o ERC. Unidas Podemos emergió entonces como la vía más accesible, pero tras las elecciones del 26 de mayo el PSOE se hizo más fuerte aún y Sánchez está decidido a defender esos 123 diputados.
De ahí esa insistencia en buscar un gobierno en solitario con apoyos externos que faciliten su legislatura. Una idea a la que ha buscado sumar medidas sociales de Unidas Podemos para ganarse su apoyo. No le queda otra a Sánchez, sobre todo después de la negativa de Ciudadanos y PP a abstenerse. El problema es que a cinco días de esa primera sesión de investidura aún no se ha producido el acuerdo entre la izquierda. Es más, cada vez resulta más complicado vislumbrar un acercamiento de última hora.
NEGOCIACIONES ROTAS
El lunes Sánchez dio por rotas las negociaciones, después de haberse reunido en multitud de ocasiones con Iglesias sin sacar nada en claro. El presidente del gobierno en funciones reconoce que cedió y ofreció a Podemos tener afines a su formación en el partido, una propuesta que “tumbó” y tachó de “idiotez” para después hacer una consulta a sus bases donde se escondía esta propuesta conciliadora en cierta parte.
Iglesias, a pesar de contar con una tercera parte del apoyo socialista, está empeñado en dar valor a 42 diputados que pueden decidir entre forjar un nuevo gobierno o llevar al país a unas segundas elecciones. Precisamente en ese debate se encuentran ahora mismo. Desde la formación morada no aclaran si votarán “no” o se abstendrán, pero el reparto de culpas ya ha empezado.
GANAR O PERDER EN OTRAS ELECCIONES
Lo acontecido en 2016 muestra que el partido mayoritario puede ser el gran beneficiado de unas nuevas elecciones. Eso también anticipaba la última encuesta recogida por el CIS. De ahí que el PSOE haya mostrado hasta el momento cierta paciencia en la búsqueda de apoyos. No obstante, la negativa a un gobierno de coalición con la formación morada podría provocar cierto trasvase de votos a Unidas Podemos para garantizar un gobierno que no dependa de las acciones de Ciudadanos o PP.
En esas se encuentran ahora mismo PSOE y Podemos. Los socialistas echan la culpa a Iglesias de tumbar un acuerdo con programa socialista únicamente por anteponer puestos en el Consejo de Ministros. Mientras, desde el partido morado echan la culpa al PSOE de estar más pendiente de una hipotética abstención de algún partido de la derecha en el próximo mes de septiembre.
UN FUTURO INCIERTO
Esa incertidumbre es la que sobrevuela ahora entre las formaciones de izquierda. Parecen destinadas a entenderse, pero el acuerdo siempre se malogra. Y ante un escenario difícil de concebir se preparan ya, a base de culpas, para evitar la fuga negativa de votos de un partido a otro. De momento, y a cinco días de la investidura, la situación es gris para Sánchez, que se niega a recular.
En Ciudadanos o PP, como se ha escuchado en los últimos días, dicen que «la responsabilidad es del partido que ha ganado las elecciones». Es decir, en estos momentos, la batalla de Sánchez es contra todos. Ceder ante Podemos, tratar de forzar a Iglesias o esperar una abstención que no parece viable en estos momentos. Escenarios sin abordar que podrían llevar al país a otras elecciones. Y los partidos parecen prepararse desde ya para este escenario.