Los líderes europeos apuran el plazo y se reúnen de nuevo este domingo para intentar alcanzar un acuerdo sobre el reparto de altos cargos de las instituciones comunitarias, en esta ocasión presionados por el calendario y pocas horas antes de que el Parlamento Europeo tenga que celebrar su sesión constitutiva.
La reunión de jefes de Estado y de Gobierno comenzará a las 18.00 horas de este domingo y se prolongará, salvo sorpresa, hasta la mañana del lunes. La nueva Eurocámara iniciará su andadura a primera hora del martes pero se da por seguro que la sesión se suspenderá inmediatamente para dar más margen a los líderes en sus negociaciones.
Tusk afirma que aunque se están «acercando» posiciones, todavía ve «lejos» el acuerdo
El Parlamento Europeo está obligado a iniciar su sesión constitutiva el martes, pero no puede continuar con el orden del día sin haber nombrado un nuevo presidente. La intención de los grupos políticos, por tanto, es suspender la sesión del martes y retomarla 24 horas después, ya con un nombre sobre la mesa cuyo nombramiento pueda salir adelante.
El domingo, los líderes europeos reanudarán sus conversaciones una semana después de que fueran incapaces de pactar los nombres de las personas que ocuparán las presidencias de la Comisión Europea, la Eurocámara y el Consejo europeo, así como la Alta Representación de Política Exterior, durante los próximos años. La configuración de este paquete marcará además la decisión sobre el futuro presidente del Banco Central Europeo (BCE).
Ante la dificultad de la tarea, los líderes europeos podrían optar por cerrar únicamente la presidencia del Ejecutivo comunitario, el único de los puestos que puede tumbar el Parlamento Europeo, aunque el objetivo todavía sigue siendo lograr un acuerdo sobre todo el paquete, según señalan fuentes comunitarias a Europa Press.
La dificultad radica en la necesidad de respetar el equilibrio político, el geográfico y el de género
En la cumbre de la semana pasada, los 28 constataron que ninguno de los candidatos de las familias políticas para presidir la Comisión -Manfred Weber (PPE), Frans Timmermans (Socialistas) y Margrethe Vestager (Liberales)- cuentan con los apoyos necesarios en el Hemiciclo europeo. No obstante, las fuentes opinan que estos nombres se encuentran en el «congelador», listos para volver a la mesa si «milagrosamente» hubiera algún acuerdo entre los grupos políticos de la Eurocámara.
Mientras tanto, el actual presidente del Consejo europeo, Donald Tusk, ha continuado con sus contactos bilaterales con las capitales europeas, incluso por vía telefónica con más de una decena de líderes. El polaco, sin embargo, ha advertido este viernes de que, aunque se están «acercando» las posiciones, todavía ve «demasiado lejos» el acuerdo.
La principal dificultad sigue radicando en la necesidad de respetar varios equilibrios en el reparto, como el político, el geográfico y especialmente el de género, después de que el propio Tusk y el presidente francés, Emmanuel Macron, afirmasen que lo ideal sería que las mujeres ocuparan al menos dos de los cuatro altos cargos.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acude a la cumbre extraordinaria sin revelar aún las cartas de España en estas negociaciones y argumentando que su candidato a la presidencia de la Comisión es el socialdemócrata holandés Timmermans y que lo importante no es la nacionalidad sino que el futuro jefe del Ejecutivo comunitario comparta los mismos intereses.
El Gobierno español ha venido defendiendo, además, que tiene distintos perfiles sobre la mesa en función de los puestos a los que pueda aspirar. La mayoría de las fuentes consultadas apuestan por una vicepresidencia de la Comisión que podrían ocupar tanto Josep Borrell, si se trata de una cartera política, como Nadia Calviño si el cargo pertenece a la parcela económica.
Este mismo viernes, la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, ha negado de plano que la demora en conseguir la investidura esté debilitando la posición negociadora de Pedro Sánchez a la hora de decidir los cargos de relevancia en las instituciones europeas.
Según su análisis, «no hay absolutamente ningún desgaste» porque «todos los Gobiernos europeos saben el tiempo que estas cuestiones llevan» y tienen «el máximo respeto por un presidente que ha obtenido, en un escenario de grandísima fragmentación, 123 escaños».