«O gobierna el PSOE o gobierna el PSOE». Esas fueron las palabras pronunciadas por Pedro Sánchez tras recibir el encargo del Rey de formar gobierno. Su holgado triunfo en los comicios del 28 de abril le han servido al líder socialista para tener la autoridad de exigir un gobierno en minoría. Su guiño a Ciudadanos es más que evidente y confía en que Rivera le tienda la mano en la segunda vuelta, con una abstención que le sería suficiente.
IGLESIAS, UNO MÁS
La pérdida de poder de Unidas Podemos en las elecciones municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo ha relegado a Iglesias a un segundo plano. El líder de la formación morada ha prestado su apoyo, por activa y por pasiva, para formar un gobierno de coalición con el PSOE sin líneas rojas. Y la respuesta de Sánchez, sin diálogo alguno en los últimos quince días, refrenda su idea principal de un gobierno en minoría con apoyos puntuales.
Sánchez es consciente de que con Podemos no basta, sería necesaria la ayuda de algún partido independentistas, que condicionaría por completo su legislatura. Y por ello ha convocado una ronda de reuniones con los principales partidos (a excepción de Vox) este próximo martes. El presidente del Gobierno en funciones quiere que Rivera, el mismo que le pidió a él su abstención hace no tanto, haga lo propio en esta ocasión.
RIVERA, EL ELEGIDO
En campaña electoral, y posteriormente, el líder de Ciudadanos ha sido claro y contundente en su veto a Sánchez, principalmente por su negativa a aplicar el 155 en Cataluña. Pero en la rueda de prensa posterior a su consulta con el Rey, Rivera no se mostró tan tajante respecto a una abstención en la segunda vuelta. Sánchez sabe que el PP es el socio preferente de Ciudadanos, pero igual que no ha cerrado la puerta a pactos con el PSOE en ayuntamientos, espera que tampoco lo haga en el Congreso.
Sánchez apuesta por ese «sentido de Estado» del que Rivera ha presumido tanto. Su esperanza pasa más por ahí, sobre todo tras el veto de Podemos a apoyar un gobierno en el que no estén presentes. Ha transcurrido más de un mes y Sánchez no ha movido ficha, pero su plan es claro: Ciudadanos antes que Podemos e independentistas. Si Rivera dice «no», pondrá en marcha un plan B que le puede costar más de un quebradero de cabeza.