sábado, 23 noviembre 2024

El independentismo se apodera de un debate electoral que deja los pactos en el aire

Desde el minuto uno el independentismo catalán formó parte de la munición de ataque en el primer debate electoral televisado en la campaña electoral. El apoyo de los nacionalistas catalanes al Gobierno fue el reproche recurrente a Pedro Sánchez por parte de Pablo Casado y Albert Rivera en todos los bloques en que se repartió la contienda dialéctica.

La palabra “golpistas” apareció ya en los primeros minutos de presentación de los candidatos en boca de los representantes de Ciudadanos y Partido Popular. La presentación de sus propuestas estuvo trufada de ataques a Pedro Sánchez por el apoyo recibido de los independentistas catalanes.

Por lo demás, sólo Pablo Iglesias se mojó a la hora de adelantar que estaría dispuesto a apoyar un Gobierno de Pedro Sánchez. Pero nadie más lo hizo. Sánchez no entró al trapo cuando el líder de Podemos le interpeló con insistencia sobre la posibilidad de que pactara finalmente con Ciudadanos. Los votantes “toman nota de ese silencio”, le dijo a Iglesias a Pedro Sánchez.

Lo que sí se cruzaron fueron las apuestas (y consiguientes ataques) sobre los posibles pactos postelectorales. Pedro Sánchez apeló a la movilización ante un fenómeno que comparó con la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos: un Gobierno de PP y Ciudadanos apoyado también por Vox. “Harán como en Andalucía”, donde, según dijo Sánchez, “la ultraderecha está a los mandos”.

El debate se celebró con un Albert Rivera que utilizó de forma más agresiva el recurso a los recortes de prensa y la foto de la reunión de Pedro Sánchez con el president de la Generalitat, Quim Torra. Casado, por su parte, echó mano de los gráficos para comparar bondades y defectos de los gobiernos del PP y socialistas.

Sánchez, por su parte, recurrió muy poco a estas imágenes, mientras que el único papel usado por Pablo Iglesias fue la Constitución española, fiel a su discurso de campaña electoral en el que pide el cumplimiento efectivo de los artículos más sociales.

DEBATE SIN IMPROVISACIÓN

Pocas veces los políticos improvisaron. El debate de confrontación dialéctica directa fue limitado y estuvo más concentrado en las disputas entre Sánchez y Rivera. El presidente del Gobierno se dirigió físicamente girándose hacia sus contrincantes de “las derechas”, como les llamó, en temas, como el feminismo, o el aborto, en los que quería fajarse, pero ni Casado ni Rivera entraron al trapo.

Una diferencia llamativa en el debate fue la cortesía que pusieron en práctica Pedro Sánchez y Pablo Iglesias entre ellos. El líder de Podemos defendiendo el apoyo al Gobierno del socialista y éste reconociendo el valor del apoyo a medidas como el incremento del salario mínimo.

No hubo tal reconocimiento entre Casado y Rivera, ni por la oposición al Gobierno de Sánchez, ni por el pacto en Andalucía. En cualquier caso, Rivera se quiso diferenciar en un momento del debate de Casado, para intentar arrebatarle parte del espacio electoral que se disputan, cuando se declaró liberal.

Quien sin duda tuvo más en su boca la palabra corrupción fue Pedro Sánchez, que recordó varias veces que la moción de censura que le llevó al Gobierno se produjo debido a la condena del PP en el caso Gürtel.

En el debate de política fiscal, Pablo Iglesias apeló a que se cumplan artículos de la Constitución como el que consagra un sistema impositivo progresivo. El líder de Podemos se mantuvo fiel a su guion incluso cuando más duros eran los ataques entre sus contrincantes. Por su parte, Sánchez se centró en defender una política contra la desigualdad.

Casado sacó pecho con los datos económicos durante los gobiernos de su partido, mientras que Rivera anunció reformas que superen la vieja política basada en los conceptos tradicionales de izquierda y derecha. Eso sí, Casado profetizó que habría impuestos “prácticamente comunistas” si no ganaba, mientras que Rivera anunció que habría una “política bolivariana” en el mismo caso.

EL FALCON Y LA TESIS

El “baje del Falcon” que le espetó Albert Rivera a Pedro Sánchez fue una de las puyas utilizadas en el debate. También entra en este capítulo el hecho de recordarle al presidente del Gobierno las dudas sobre la autoría de su tesis electoral. Rivera tiró de este recurso cuando Sánchez acusó a Casado y Rivera de mentir.

El líder del PP llegó a tildar de “caradura” al presidente del Gobierno cuando le reprochó que hiciera suyas medidas que habían sido aprobadas por el PP, mientras que Pedro Sánchez replicó a los ataques de Casado respecto a los apoyos de nacionalistas y Bildu con las 127 ocasiones en las que el PP ha votado con Bildu en el parlamento vasco.

Finalmente, en el debate territorial, Rivera y Casado presionaron a Sánchez para que garantizara que no iba a indultar a los independentistas en caso de ser condenados. El presidente del Gobierno respondió que no era oportuno expresar nada antes de que los tribunales se hayan pronunciado. Sánchez, eso sí, dijo que “no va a haber independencia”. En ese punto, Pablo Iglesias apeló al valor del diálogo para resolver la situación.