El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha preferido mantenerse al margen, aunque solo hasta el inicio de la campaña electoral del 28-A. Tras imponer su lista en Andalucía de cara a las elecciones generales y purgar a gran parte de los susanistas del PSOE, el dirigente se ha apartado del foco mediático por el momento.
Después del enfrentamiento abierto con la expresidenta socialista, Susana Díaz, por confeccionar las listas andaluzas, Sánchez colocó a sus peones en la Comunidad para hacer frente a los comicios de abril.
Pese a la resistencia del equipo socialista andaluz, Díaz decidió acatar las órdenes de Ferraz y dejar que el presidente del Ejecutivo colocase a la mayor parte de sus ministros en las diferentes provincias de Andalucía, aunque sigue sin ver con buenos ojos las decisiones de Sánchez y en el Comité Federal del pasado domingo. Por eso destacó que “tomaba nota” de lo ocurrido, aunque, fiel a su partido, dijo que “Andalucía será la que más aporte a la victoria de Pedro Sánchez”.
Como si se tratase de un ajuste de cuentas del proceso de primarias que devolvió a Sánchez al frente del partido, Pedro Sánchez ganó la batalla contra Susana Díaz en la comunidad andaluza. Aunque el jefe del Gobierno haya salido victorioso de la disputa, ha decidido abstenerse de muchas apariciones públicas.
El motivo por el que Sánchez prefiere no estar en el centro de la polémica se debe a las tres semanas que aún le quedan para empezar la campaña electoral. Será el próximo 6 de abril cuando comenzará oficialmente la carrera por llegar a La Moncloa de las cinco fuerzas políticas.
Además, el presidente del Ejecutivo ha mantenido disputas con los barones del PSOE estas últimas semanas por las continuas purgas que ha ejecutado. El primero que cayó a manos de Sánchez fue el parlamentario Antonio Pradas.
Pradas fue uno de los mayores críticos de Sánchez durante las primarias socialistas y es uno de los grandes afines a Susana Díaz. Por ello, el Comité Federal, liderado por Sánchez, decidió dejarle fuera de las listas del 28-A. “He sido, soy y seré socialista porque las ideas del socialismo son las que más han contribuido a la igualdad de la clase trabajadora”, dijo Pradas al conocer la noticia.
Otro purgado por el secretario general del PSOE ha sido el exministro José Blanco. Este fue uno de los fieles escuderos de Sánchez cuando llegó a La Moncloa pero sus continuos acercamientos a Díaz han sido la excusa perfecta del presidente para acabar con su carrera política.
“Finaliza una etapa de mi vida y comienza otra. Echo la vista atrás y solo siento gratitud, hacia los ciudadanos que me han apoyado durante tanto tiempo y hacia el PSOE y sus militantes. Infinita y eterna gratitud”, concluyó el exministro.
Pedro Sánchez se encuentra en una montaña rusa donde una parte de su formación le cuestiona. La posibilidad de perder el Gobierno y que los partidos derechistas se vean reforzados en las urnas, son algunas de las preocupaciones del presidente. Ante este panorama, el líder socialista pretende acabar su legislatura sin más disputas internas y mantenerse en la sombra durante un mes.
Un síntoma más de su debilitamiento es su decreciente número de seguidores en Twitter. Mientras otras formaciones como Vox crecen en seguidores en la plataforma Twitter, Sánchez se estanca y no consigue elevar las cifras de sus simpatizantes a un mes escaso de las elecciones generales.
LO QUE DEJA ATRÁS SÁNCHEZ
Estos diez meses de Gobierno no han sido fáciles para Pedro Sánchez. El Ejecutivo ha presenciado la desaceleración del crecimiento económico, que selló 2018 con un aumento de sólo el 2,5%, que supone la menor cota en cuatro años.
Asimismo, la paralización del empleo ha aumentado a un ritmo considerable estos meses. En lo que va de año, cada día se quedan en paro 1.445 personas, por lo que España tiene 86.743 parados más ahora que a finales de 2018.
Una cifra que se suma al declive de las exportaciones y del saldo con el exterior y una productividad que después de varios años fue negativa en 2018. La deuda pública está ahora en un 90,1%, casi rozando el 100% que tenía en 2008 con el estallido de la crisis económica.
El Banco de España afirmó que la economía española muestra una “mayor resistencia” a la desaceleración que el resto de Europa. Esto dará como resultado que el crecimiento del 2% para este año será mayor que en países como Italia o Alemania.
Sin embargo, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) anticipó una caída del crecimiento por debajo del 2,1% por el “el menor incremento del empleo y de las exportaciones” y “la incertidumbre sobre el proceso de consolidación fiscal”.