Podemos ha vuelto a enamorarse de su exnúmero dos, Íñigo Errejón, después de ver como algunas encuestas les dejaban fuera de la Asamblea de Madrid. La ‘operación Errejón’ ha colocado en el disparadero a Pablo Iglesias y ha abierto en canal a Podemos. El secretario general pretende atajar la crisis con un adelanto del Consejo Ciudadano estatal, que se celebrará mañana miércoles.
La dimisión de Ramón Espinar, el dardo del diputado Eduardo Maura («si todo tiene que arder, que lo haga con Juan Carlos Monedero»), y el documento firmado por diez líderes autonómicos en Toledo para exigir «unidad y responsabilidad» complican el horizonte de la formación morada.
Iglesias tiene dos posibilidades en el día de mañana: atrincherarse en el puesto sin realizar ningún tipo de autocrítica o salvar los muebles con un pacto in extremis con Errejón, acuerdo con el que podría recobrar la credibilidad perdida.
IRENE MONTERO RECULA
Pablo Iglesias ha medido sus fuerzas en las últimas horas y ha perdido. El secretario general de Podemos es consciente de su debilidad tras romper sus vínculos con Errejón, al que forzaron a que renunciase a su escaño.
Algunas encuestas vaticinan que los morados podrían quedarse fuera de la Asamblea de Madrid y Podemos no se puede permitir que el triunfo moral de Errejón y Manuela Carmena conlleven un hipotético nacimiento de Más Madrid que, previsiblemente, hundiría todas sus expectativas.
Izquierda Unida y Equo han dejado solo a Iglesias en su pulso público con Errejón e Irene Montero no tuvo más remedio que enterrar ayer el discurso revanchista de Monedero: «Estamos trabajando en un proceso participativo que pueda incluir a todo el mundo. Trabajando para dialogar y lograr un proceso de la máxima unidad», explicó la portavoz de Podemos en el Congreso.
CINCO AÑOS Y MIL GRIETAS INTERNAS
En 2014 un grupo de profesores universitarios expertos en comunicación agitaron la vida política española y agrietaron al bipartidismo después de tres décadas de hegemonía de PSOE y PP. La crisis y el descrédito institucional fue la gasolina que prendió con los ecos callejeros del 15-M.
Iglesias se puso al frente de una escisión de Izquierda Unida, Anticapitalistas, gracias a un equipo compactado que tenía experiencia política como asesores del chavismo y que contaba con un amplio bagaje ante las cámaras gracias a la tertulia ‘La Tuerka’.
En 2015 Podemos ganó moralmente las elecciones municipales y con un llamamiento a la remontada tras haber sufrido metralla mediática por su pasado alcanzó los cinco millones de votos en las generales y auspició la repetición electoral tras negarse a pactar con PSOE y Ciudadanos. Ahí fue cuando se rompió el tándem: Iglesias y Errejón se divorciaban sentimentalmente en febrero de 2016.
IGLESIAS ENCUENTRA A SU ALFONSO GUERRA
Iglesias volvía de Bruselas y se encontraba un partido en manos de su número dos, Errejón. Fue entonces cuando realizó dos demostraciones de fuerza: destituyó al errejonista Sergio Pascual como secretario de Organización y firmó el ‘pacto de los botellines’ con Alberto Garzón unos meses después de haber despreciado a Izquierda Unida.
El sorpasso al PSOE no llegó y Errejón recibió otros tres tortazos políticos en menos de un año: José Manuel López perdía la portavocía del partido en la Asamblea de Madrid, su apuesta transversal cayó derrotada en Vistalegre II e Irene Montero le relevaba como portavoz en el Congreso con runrún interno por su relación personal con el líder… que éste defendía con acusaciones de «machismo» a quien osase poner en duda el cambio.
El año 2017 cambió el paso político y sacó a Podemos de las tertulias: el procés catalán y el Gobierno central se intercambiaban golpes y la ‘revolución de los balcones’ se convertía en el 15-M del centro-derecha para desgracia de Iglesias, que en estos dos últimos años no ha dejado de caer en las encuestas.
VÍCTIMAS DESIGUALES
Aquellos dossieres publicados por el alicaído papel dejaron un desigual reparto de víctimas: Monedero dio un pasó atrás pese a que el dinero venezolano supuestamente financió ‘La Tuerka’, se hundió la imagen de Echenique por no dar de alta en la Seguridad Social a su asistente y Espinar tampoco salió indemne tras airearse que ganó dinero con una venta de un piso de protección oficial.
El chalet de 600.000 euros de Galapagar acentuó las contradicciones de Iglesias y Pedro Sánchez cerró involuntariamente el caso con una moción de censura que daba a Podemos sus mayores cuotas de influencia en su corta historia.
Este hecho, sin embargo, fue la pócima que hizo estallar a los morados en mil pedazos. Para aquel entonces se habían caído de la foto fundacional Luis Alegre o Carolina Bescansa y la decepción de Andalucía por el cambio a la derecha, no tanto por sus resultados, ha situado a Podemos en un estado depresivo sin solución de revertirse pese a que las peores encuestas pronostican mejores resultados que IU en sus mejores tiempos.
ENFADOS INTERNOS
Las federaciones moradas de La Rioja, Cantabria, Euskadi, Galicia, Castilla-La Mancha, Navarra o Catalunya están abiertas en canal. Y las malas formas de Monedero por utilizar los altavoces mediáticos de Roures para acallar a los disidentes internos ha hartado a algunos cuadros medios del aparato.
El hiperliderazgo de Iglesias y sus intromisiones respecto a la lista de Errejón, que asumió un encargo con pesar y ahora ha ejecutado una estrategia sibilina de espaldas a Podemos, han fracturado al partido en dos mitades.
Los desatinos del secretario general colocando erráticamente a paracaidistas en toda suerte de listas, Julio Rodríguez es el mejor ejemplo, podrían forzar a Podemos a entenderse con Errejón, que apuesta por un reformismo que deja atrás los aires de proceso constituyente con los que nació el partido.
ERREJÓN VS PODEMOS
El discurso de Errejón, repleto de guiños televisivos, y su facilidad para conseguir simpatías mediáticas le colocan en una posición mejor y un posible Más España podría colocar a Podemos por debajo del 10% a nivel estatal.
El exnúmero dos tiene la ventaja de haber sufrido la arrogancia pública de Iglesias, Monedero y Echenique: «Íñigo no es Manuela», «tiene una excesiva ambición» y «de algo tiene que vivir en estos meses», dijeron de él.
A Iglesias se le está poniendo la cara de Santiago Carrillo en 1982. El histórico líder comunista no tuvo más remedio que dimitir tras achicar el espacio electoral del PCE después una colección de de tics autoritarios más propios de la Unión Soviética. El secretario general de Podemos podría tomar el mismo camino si no salva un acuerdo con Errejón, cara amable del partido y enterrador de los aires revolucionarios fundacionales.