La precampaña para las elecciones andaluzas del 2-D apenas acaba de comenzar y Ciudadanos ya se ha lanzado a la piscina, aunque quizá sin medir demasiado las posibles consecuencias del salto dado.
El primero que dio una pista fue el secretario de Comunicación del partido, Fernando de Páramo, que, dos días después de que Susana Díaz anunciara el adelanto de las elecciones al 2 de diciembre, dijo que veía “muy difícil” volver a apoyar la investidura de la candidata del PSOE como presidenta.
Al día siguiente, el líder del partido en Andalucía, Juan Marín, fue más claro: “Los votos de Ciudadanos no van a servir para que Susana Díaz sea presidenta de la Junta ni para que el PSOE gobierne en Andalucía”. Poco después, en Madrid, la dirección nacional confirmaba la nueva estrategia. Juan Carlos Girauta, portavoz en el Congreso, explicaba que, tras apoyar a los socialistas durante tres años, habían llegado a la conclusión de que con Díaz en la Junta “no es posible regenerar” esta comunidad y por eso no volverán a investirla.
Ahora el PSOE andaluz está manchado no solo por el caso de los ERE fraudulentos, sino también por el escándalo sobre los directivos de la Faffe que pagaban en prostíbulos con tarjetas de este ente público.
La formación naranja, que rompió el pacto de investidura con Díaz a principios de septiembre acusándola de incumplir compromisos como la eliminación de los aforamientos o la reforma de la ley electoral, ha decidido que no quería seguir cargando en plena campaña con la pesada losa de la corrupción de su antiguo socio.
Hasta ahora, los representantes de Ciudadanos se habían mostrado esquivos cada vez que les preguntaban por los pactos postelectorales en Andalucía. Lo único que habían descartado es un posible acuerdo de gobierno que incluyera a Podemos, lo cual no supone ninguna novedad en Cs. Ahora, en cambio, han hecho caso al presidente del PP, Pablo Casado, que les había retado a aclarar si volverían a respaldar a Susana Díaz.
CIUDADANOS BUSCA A VOTANTES DE PP Y DESENCANTADOS DE PSOE
Al asegurar que no lo hará, Juan Marín pretende atraer el voto de aquellos andaluces que tradicionalmente han apostado por el PP en los comicios autonómicos y también de los desencantados con el PSOE.
Según las últimas encuestas publicadas, el PSOE sería el partido más votado y el PP se situaría como segunda fuerza, seguido de Ciudadanos –con cerca de un 20% de los votos– y Adelante Andalucía, la confluencia de Podemos e Izquierda Unida.
Pero el partido liderado por Albert Rivera confía en lograr un crecimiento considerable respecto a las elecciones de 2015, en las que obtuvo algo más de un 9% de los votos y nueve diputados, y superar incluso al PP el 2 de diciembre.
Marín, que evita decir si respaldaría al candidato popular, Juanma Moreno, no se cansa de repetir que él sale a ganar, y De Páramo señaló la semana pasada que habrá que esperar para ver “quién es la bisagra” en las negociaciones para la formación del próximo Gobierno andaluz.
Sin embargo, Marín también se arriesga a tener que tragarse sus palabras, su negativa a apoyar al PSOE, si finalmente los escaños de Cs y los del PP no suman una mayoría. Le puede ocurrir lo mismo que a Albert Rivera, que hace dos años tuvo que desdecirse.
“Los votos de Ciudadanos no van a servir para que Susana Díaz sea presidenta de la Junta ni para que el PSOE gobierne en Andalucía”
Antes de las elecciones generales de diciembre 2015, el líder liberal repitió hasta la saciedad que su partido no apoyaría como presidente del Gobierno ni a Mariano Rajoy ni a Pedro Sánchez, y solo dos meses después estaba firmando un acuerdo de investidura con este último que luego no fructificó.
En la campaña de las generales de junio de 2016, Rivera volvió a caer en el mismo error –o engaño– al indicar que los diputados de Ciudadanos no solo no votarían a favor de Mariano Rajoy, sino que ni siquiera se abstendrían para permitir su investidura. En agosto, la formación naranja suscribió el pacto con el PP, y en octubre dio 32 síes a Rajoy en el Congreso.
Estos cambios de opinión le valieron luego a Cs calificativos como “veleta” o “poco fiable”. Ahora, Juan Marín subraya que “Ciudadanos cumple lo que dice”, pero solo el tiempo dirá si su palabra es de fiar o no.