Manuel Valls liderará una agrupación constitucionalista con la intención de lograr la alcaldía de Barcelona con ayuda de Ciudadanos, personalidades cercanas al Partido Popular y algunos movimientos sociales. El ex primer ministro francés intentará arrebatarle la vara de mando a Ada Colau, que mantiene un pulso abierto contra Agbar, cuya matriz francesa, Suez, es bien conocida por el aspirante a alcalde.
Valls mantuvo durante sus dos años y medio de mandato como primer ministro francés una evidente cercanía con Suez, de la que el Estado francés es propietario de un tercio de su capital. La matriz de Agbar vio con buenos ojos como la nueva estrella de Ciudadanos aprobaba la venta de más de 3% de Suez a mediados de 2015.
Seis meses antes de la operación Valls se reunió en Pekín con su homólogo chino Li Keqiang para firmar once acuerdos, entre los que se encontraban la operación entre GDF-Suez y Beijing Entreprise Group para el aprovisionamiento de gas natural licuado (GNL) a Pekín y el contrato de la matriz de Agbar con Sichuan Energy Investment Group, por el que se concedía a la francesa la explotación de una instalación de trigeneración (alternativa ecológica a la refrigeración habitual) en Yuechi.
Estas operaciones son tenidas en cuenta por Barcelona en Comú, que vio con frustración como el PDeCAT y la CUP le negaban una consulta popular sobre la gestión municipal de las aguas. El fallido pulso de Colau con la concesionaria del servicio, Agbar, venía de atrás. Y es que la alcaldesa encargó un informe a los servicios jurídicos municipales, que cuantificaron en 41 millones de euros la compensación que tenía que recibir la multinacional por la municipalización del servicio, pero los franceses pretenden que que la cifra se eleve sobre los 500 millones.
COLAU CONTRA AGBAR
Este verano Agbar le reclamó 13,58 millones de euros al Ayuntamiento por la actividad de saneamiento de aguas residuales, enésimo síntoma de la guerra entre la compañía y Ada Colau. Desde Barcelona en Comú creen que esta guerra acabará con una pinza antinatura entre Valls y los herederos de Convergència, partido del que Agbar fue el principal financiador a través de una fundación entre 2008 y 2011, recibiendo el partido entonces liderado por Artur Mas 715.000 euros.
El Mundo destapó que Artur Mas medió en favor de Agbar tras arremeter contra varios técnicos que sugerían que la filial de Suez no se llevase la mayor privatización de la Generalitat con un canón de 1.000 millones de euros y una concesión de 50 años. El ex president había arremetido de esta forma contra los técnicos: «¿Por qué le tenéis manía a Agbar? (…) Es una empresa catalana (está participada por La Caixa) y hay que ayudarla».
Los técnicos dieron su versión al periódico de Unidad Editorial: «El interés de CDC era que esta empresa se quedara el negocio del agua en Barcelona a toda costa, no lo consiguieron en el primer concurso y un año después hubo orden de crear sin licitación alguna una empresa mixta para que gestionara una parte del servicio«. Recuerden que Agbar ha sido la primera gran compañía en regresar fiscalmente a Catalunya tras el procés y ahora podría jugar con dos alfiles en el tablero: la lista impulsada por Convergència y Valls.
El Confidencial demostró que Agbar también jugó sus cartas fuera de Catalunya para alegría del partido fundado por Pujol: «Una de esas empresas es Aquagest Región de Murcia, concesionaria del servicio público de agua en varios municipios de esa comunidad autónoma (…) que realizó una primera donación a CDC por importe de 40.000 euros el 26 de octubre de 2012, solo cuatro semanas antes de las elecciones al Parlamento de Cataluña de ese año, celebradas el 25 de noviembre.».
Y añadía el citado medio: «Dos semanas después, el 5 de diciembre, la misma empresa efectuó un segundo pago a la formación de Artur Mas y Carles Puigdemont de otros 20.000 euros».